Cuando Hank llegó, ni siquiera podía entrar a la habitación.

Cuando llegó Dunca, de vez en cuando se escuchaban risas dentro.

El contraste marcado hizo que Hank se sintiera decepcionado.

—Hank.

Agatha lo llamó frustrada.

—¡Hank, ese Duncan está en la habitación de Liberty! —le recordó Chelsea a su hermano, mirándolo.

—Esa es la libertad de los demás, ¿qué tiene que ver con nosotros? Vamos.

Después de que Hank terminó de hablar, dejó atrás a sus padres y a su hermana, se dio la vuelta y se alejó.

Ni siquiera les dio el ramo de flores que compró a los guardaespaldas de la familia York, sino que lo arrojó a la basura no muy lejos.

—Hank, Hank.

Agatha lo persiguió.

Cuando pasó por la basura, miró el ramo de flores. Se sentía pena por el ramo que costó varios cientos de dólares.

Gerardo suspiró y salió también.

Sólo Chelsea permaneció en la puerta de la habitación y le dijo al guardaespaldas de la familia York: —Liberty tiene un invitado distinguido que recibir. No la molestaré. Después de