—Liberty, ya habías pasado por esto antes. ¿Tienes alguna idea para evitar que Alice vomite?

Clive sintió pena por su esposa. Se le rompió el corazón cuando la vio vomitar todo lo que comía e incluso llegó a pensar en renunciar al bebé.

Después de saber que el aborto espontáneo era más dañino para el cuerpo, él no podía soportar ver a Alice sufrir de esa manera.

Liberty dijo:

—No puedo ayudar a Alice a dejar de vomitar. Si los vómitos son demasiado intensos, podéis ir al médico. Cuando yo estaba embarazada de Sonny, no vomitaba mucho.

Cuando Liberty fue a un control prenatal, escuchó a otras madres embarazadas decir que las náuseas matutinas eran severas, y se alegró de que su bebé amaba a ella y no la molestara demasiado.

Algunas madres embarazadas incluso podían vomitar hasta dar a luz.

—Hemos acudido al médico, pero no ha tenido mucho efecto.

Dijo Clive irritado.

—Entonces Alice solo tiene que aguantarlo. Mejorará después de un tiempo. No sigas hablando de llevar a Alice a abortar.