La Vieja Señora Hunt era muy conocida en el pueblo por su temperamento. Era terca y nunca cedía ante nadie.

Insistía en que sus hijos y nietos tenían la razón.

Solo Dios sabía cuánto tiempo podría la anciana mantener ese orgullo.

Sin tener ni idea de cómo pasaron la noche sus parientes, Serenity tuvo una buena noche de sueño. Al amanecer, soñó con sus padres. Lloraba llamando a su mamá y a su papá mientras intentaba alcanzarlos, pero solo cogía aire.

Cuando se despertó, las lágrimas empapaban su almohada.

Serenity se quedó mirando al techo por un buen rato antes de incorporarse. Sacó pañuelos de papel para limpiarse las lágrimas de sus mejillas mientras murmuraba en voz baja: "Mamá, Papá, ¿sabían que solían intimidar a sus hijas? No se preocupen. Liberty y yo ya no somos las mismas niñas de hace quince años. Ya no pueden intimidarnos".

Cogió su teléfono para echar un vistazo. Serenity silenció su teléfono antes de irse a la cama anoche.

Tenía varias llamadas perdidas y me