El director la miró—. Perdone, ¿es usted la señorita García?Alita tragó saliva:— Yo no...—Así es—El encargado se rió —. Sólo reparto la comida a la señorita García. ¡No hay error!—Pero ella...Alita quiso decir algo más, pero la encargada no le dio ninguna oportunidad, se incorporó bruscamente y se puso derecha, dirigiendo a la gente que iba detrás de ella en un ordenado y sonoro grito:—¡Por favor, señorita García, que se aproveche!...Berta estuvo inquieta cuando disfrutaba la comida.Una docena de camareros se apostaron en el aula, el director le sirvió personalmente la cena y fuera había innumerables estudiantes observando.Berta estaba sudando, y cuanto más pensaba en ello, peor se ponía.Lo primero que hizo al llegar a casa era encontrar a Santiago e interrogarle.—¿Qué pasa a mediodía?Santiago frunció el ceño, ¿no le había pedido al dueño de Best Level que le organizara una comida a mediodía?¿No estaba buena la comida?—¡Santiago! —Berta parecía ansiosa, con dudas en sus g
Santiago se lamió los labios, con la garganta un poco seca.Era bueno en disimular sus emociones, la gente no sabía que estaba alegre o enfadado.Pero no era bueno mintiendo.Su educación desde pequeño tampoco le permitió mentir.Pero por el momento estaba pensando, o sea inventando la primera, y quizá la mayor mentira de su vida.—Santiago—La desconfianza llenaron los ojos de Berta— . Una comida en ese hotel podría ser el sueldo de un año para otra persona, así que...—Hice algo, pero no era ilegal.La voz de Santiago bajó y no la miró a los ojos.Antes no la miraba a los ojos porque era soso y despectivo con cualquiera.Por el momento no la vio porque tenía un secreto en el corazón...Berta se tensó de inmediato:— ¿Qué hiciste?Santiago guardó silencio un momento.Se metió en su papel en esta casa y pensó,...qué podría haber hecho Santiago para ganar una suma tan grande de dinero en tan poco tiempo...Entonces pensó en ese tío en la zona austral, aunque no actuaba más, pero ganó el M
Si hubiera sabido que tuvo que inventar una mentira grande, habría fingido estar enfermo los dos últimos días, ¡no iba a trabajar como un bruto!—¡Santiago, ven aquí y voy a echarle un vistazo!—¿Qué? —Santiago la miró fijamente—. Tú, ¿qué quieres examinar?—¡Déjame ver si estás malherido! Tengo crema para lesiones en casa. ¡Si estás malherido, te pondré un poco!—¡No no! —Salieron palabras de inmediato.Santiago ponía las manos ante el pecho como si Berta le hubiera hecho algo.—Eso... Realmente no es necesario. ¡Solía golpearse, no necesito crema!—¡Santiago!Berta se le acercó y quería quitarle la camiseta:— ¡Déjame verlo!—¡No te acerques más!—¿Por qué gritas?—¡Se acabó! ¡No me toques!Santiago la fulminó con la mirada y Berta se quedó helada.—Santiago, tenía buenas intenciones...—Explicó en un susurro.Sería una mentira decir que no se sentía agraviada.Sin embargo, Mónica no soportaba ver sufrir a su hija y, aunque no había escuchado la conversación en la habitación, sí había
Berta, consciente de su erroes, parpadeó a su madre y se calló.—¡Hija tonta! —Mónica se enfadó tanto que la arrastró hasta el salón y le susurró—. Lo quieres, ¿verdad?—Interesante... ¿Y qué?—Berta agachó la cabeza como si hubiera hecho algo malo, pero su tozudez se reflejaba en su rostro—. Te... Tenemos licencia matrimonial...—¿De verdad te vuelves loca? —Mónica le pinchó con el dedo—. ¡Ese certificado de matrimonio es falso!—¡Mamá, baja la voz!—¡Berta! —Mónica estaba triste.Era como si una buena col fuera mojada por un cerdo, o una flor bonita fuera sacada de su maceta...—¡Mamá sabe lo que estás pensando, por eso lo entrené! —Mónica bajó la voz y le explicó pacientemente—. ¡Si lo entreno ahora, te seguirá en el futuro y serás feliz!—¿Sí?—Berta se quedó de piedra.Mónica, cariñosa e imponente a la vez, rió suavemente:— ¿Cómo podría hacerte daño mamá? Sólo desearía que hubiera un hombre que te tratara bien, que te mimara de por vida como hicimos tu padre y yo... Si un hombre así
Santiago volvió la cara para mirarla, sólo para sentir que la mujer a su lado parecía una flor de cerezo, rosada y agradable.Pero en ese momento, una voz en su subconsciente le preguntó de repente:—¿Te acuerdas de Felicia?La mano de Santiago temblaba ligeramente mientras tomaba un gran bocado al arroz para ocultar su desorientación.Felicia...Si Felicia aún viviera, ¿no habría cumplido su compromiso con la Familia de López y se habría dedicado a hacerse cargo de la Familia Juárez y a convertirse en un buen marido y padre?Pero por el momento estaban en Santo Córdova, tenía otra identidad.Se liberó del cuerpo del antiguo Santiago, pero sabía que seguiría viviendo a la sombra de Felicia.De hecho, se había dicho a sí mismo muchas veces que Felicia sólo tenía un año cuando desapareció, y él sólo había sido un niño pequeño entonces, así que ¿cómo podía un niño tener sentimientos tan profundos? No había ninguna necesidad de preocuparse.Pero por alguna razón, cada vez que veía a Berta,
Santiago estaba confundido por diálogos y lenguaje vulgares que le resultaba molesto.—¡Qué coño! —resopló levemente.Neo le dijo la verdad: — Es la charla entre Alita y un director de relaciones públicas.Santiago se quedó helado y su cara cambió— . ¿director de relaciones públicas?—Sí —se rió Neo—. En efecto, son de discoteca, guapos y bien dotados, ¡especializados en hacer felices a las mujeres ricas!Santiago sintió una oleada de náuseas.—¿Alita tenía el fetiche?—Yo tampoco me lo creía al principio—. Neo se encogió de hombros—. Aunque Alita no tiene la mejor reputación en el negocio, no podía creer que fuera tan solitaria como para buscar un hombre. Más tarde, yo...—¿Haces tú mismo un intento?—Santigo lo entendió enseguida.Neo se quedó atónito y asintió con expresión complicada.Luego se lo contó todo:—Me enteré de que le gusta acudir a esos hombres, así que registré una cuenta, haciéndome de esa profesión para chatear con ella, ¡no esperaba que realmente mordiera el anzuelo!
No sólo lo oyó, sino que al parecer también lo malinterpretó, ¡como demostraba la forma en que miró a Neo!De repente, Santiago no pudo contenerse y soltó una carcajada.Neo entró en pánico y estaba a punto de explicar cuando Santiago lo interrumpió: —¡Sí Neo, no vengas más a mí! ¡No puedo hacer lo que estas diciendo!—...—¡Mierda!Los ojos de Neo se abrieron de par en par.El corazón de Berta se calentó y la pequeña mano en sus brazos se acercó un poco más.Santiago la miró y sonrió, luego miró a Neo con cara seria:— Lo sé, querias que me metiera en este oficio contigo cuando estabamos en prisión... Pero Neo, mi Berta tiene razón, ¡una carrera como esta no es un trabajo a largo plazo!—Santia...—¡Tal vez sea hora de que pienses también en tu futuro!Las fosas nasales de Neo se abrieron y resopló.Santiago contuvo la risa hasta que le dolió el estómago, y llevó a Berta a pasear por la playa, dejando a Neo solo y confuso...No tartaron mucho tiempo cuando el teléfono de Santiago sonó.
Santiago, paró un segundo:— ¿Qué les pasa?—Tío, no es tu familia—Neo susurró—. Es la familia López.—¿La Familia López?—Parece que... Se trata de esa niña con la que tienes contracto matrimonial—se apresuró a decir Neo—. No puedo entrometerme demasiado en tus asuntos familiares, así que en fin, vuelve.—Hmm, entendido—Santiago aceptó y colgó el teléfono.Berta, que iba delante, no le oyó llamar, y la alegre figura, envuelta en la noche, se volvía de vez en cuando para saludarle.Santiago pasó esos dos días pensando en cómo iba a pedirles el permiso a personas de la Familia García.Después de pensarlo, decidí decir la verdad:—Me llamó mi hermano y me dijo que pasaba algo en casa y me pidió que volviera. No estaré fuera mucho tiempo, seguro que vuelvo en dos o tres días.Cuando terminó de hablar levantó los ojos para mirar a Pablo y Mónica que tenía delante.Los dos hombres lo miraron fijamente primero, luego se miraron, sonrieron, intercambiaron miradas y asintieron.Santiago se qued