Lucía estaba atónita.No conocía a nadie en Ciudad Central. ¿A qué venía esta invitación?—¿Srta. Lucía?—Liza repitió la pregunta—, ¿Cuándo te viene bien venir a recogerla?—Mañana entonces...Antes de que Lucía pudiera terminar, oyó un sí apresurado de Liza al otro lado, seguido de la voz arrogante de Joana.—¿Cuántas veces te he llamado? ¿Estás sorda? ¡Si no puedes seguir trabajando aquí, vuelve a casa!Liza colgó el teléfono con pánico y Lucía escuchó el sonido de la llamada colgada, sacudiendo la cabeza con impotencia.—¿Con quién acabas de hablar? —Joana se rodeó el pecho con los brazos y observó a Liza con mirada crítica.Liza solía tenerle miedo, y cuando le preguntó, no pudo decir ni una palabra.Los ojos de Joana bajaron y vieron la carta en su mano.—¿Qué es eso?El rostro de Liza se congeló e intentó esconderla detrás de ella, pero ya no pudo hacerlo.—¡Sácalo!—Srta. Joana, esto...Joana se enfadó aún más por la obsequiosidad de Liza, ¡y se adelantó para arrebatársela!Liza
Ay, el que llamaba le decía señorita García, pero en esta casa solo había una hija, ¡y era ella, Joana García!No importaba si era el mayor o el tercero nieto, si podía casarse con la familia Juárez, ¡sería conocida en toda pueblo Santo Córdova e incluso en Ciudad Central.Una expresión siniestra y petulante cruzó su rostro al pensarlo.—¡Liza!—Srta. Joana... —Liza se abalanzó sobre ella. Al principio tenía un poco miedo en su corazón, pero cuando levantó la vista se puso en guardia, Joana parecía estar de buen humor.—¿Qué puedo hacer por ti, Srta. Joana?—Vuelve a llamar al número —Joana levantó la barbilla—. ¡Diles a los de allí que siempre estoy libre para que venga un diseñador a tomarme las medidas!—¡Y vuelve a llamar a Lucía! —se mofó.—¡El día que el diseñador me estilice, voy a hacer que esa puta vea cómo me recoge la familia Juárez!...Lucía llegó a la puerta de la mansión García como era de esperar.Se quedó allí un rato, sin querer llamar al timbre porque, para empezar,
Joana se detuvo de golpe y la miró fijamente.—Lo creas o no, ni siquiera conozco a Diego —dijo Lucía con indiferencia—. Sea quien sea y tenga el poder que tenga, nada de eso tiene que ver conmigo.—Tengo marido y lo quiero mucho. Mi objetivo en la vida nunca ha sido casarme con una familia rica.Joana frunció el ceño, dudando de la veracidad de su afirmación.¿Había alguien en este mundo a quien no le gustara la gloria y la riqueza? ¿Había alguien que ni quisiera casarse bien?Sin embargo, al ver la mirada decidida de Lucía, de repente se sintió un poco tímida por dentro.—¡Cómo puede ser! —Joana insistió— Lo dices a propósito porque no lo consigues.Lucía se rio.Joana se burló de ella por no conocer las grandes marcas internacionales y dijo que no sabía nada.Pero en ese momento sintió que también estaba dando explicaciones a alguien que nunca la entendía.Sus definiciones de la felicidad eran distintas y sus puntos de vista diferían tanto que, lógicamente, no podían entenderse.—Pi
—Se me acaba de ocurrir —Lucía la sonrió—. Tú eres Carla Juárez y él es Diego Juárez, y los dos de Ciudad Central, así que me imaginé que podríais estar emparentados.—Lo has adivinado —Carla susurró—. Diego es mi hermano mayor.—Es el hijo de mi tío segundo y el nieto mayor de la familia.—Lucí, es una persona particularmente mala. ¡No le hagas caso!Lucía se quedó estupefacta y luego soltó una ligera carcajada.¡No se enfrentaría a otro hombre que no fuera su marido!—Lucí —La miró Carla—, En realidad... Tengo un hermano de verdad.—Bien —Lucía apenas reaccionó.—¡Es mi hermano de verdad! —Carla se relamió, sonrió y dijo—. Se llama Polo Juárez. ¿Te parece un buen nombre?—¿Polo Juárez? —La engatusó Lucía— ¡Es un buen nombre, mucho mejor que Diego Juárez!—¿En serio?—Sí.Carla sacó subrepticiamente su teléfono y lo puso en modo grabación.—Lucí, ¡dilo otra vez!—¿Qué?—¡Di que Polo Juárez es mejor nombre que Diego Juárez!Lucía rio incrédula y le pellizcó las mejillas. ¡Tenía diecioc
—Señor... —Omar quería decir algo.Polo lo miró y le susurró: —Si hay algo que quieras decir, dilo.Omar se lamió los labios, —Sé que tienes los mejores intereses de la señorita García en el corazón, pero legalmente hablando, en el momento... Ella es la esposa de Jorge.—Señor, si le das tantos bienes incluyendo la empresa, ¿no sería como darle la mitad a Jorge también?Polo sonrió con seguridad.Hacía tiempo que le rondaba por la cabeza esta cuestión y había pedido a Juan que investigara la legislación al respecto.Aunque sean marido y mujer, sus respectivas situaciones financieras están separadas. Lo más seguro para Polo era redactar una declaración en la que subrayía que los bienes pertenecían únicamente a Lucía y no tenían relación con nadie.—No te preocupes —miró a Omar—, ¡No hay manera de que Jorge me saque un duro!—Y se lo explicaré todo a Chan Chan cuando vuelvo a pueblo Santo Córdova esta vez. Ella es lo suficientemente inteligente como para saber qué hacer a continuación. T
Domingo le echó un vistazo, jugueteó con el juego de té que tenía entre las manos con calma, preparó una taza y se la sirvió en una tacita.Polo se levantó y se acercó a la ventana, dando la espalda a su abuelo, y preguntó con indiferencia: —¿Hermano, qué quieres decir?—Nada especial, solo...Diego se detuvo a mitad de la frase, deliberadamente.Lo único que quedó al otro lado de la línea fue una mueca de desprecio.—Hermano, si no hay nada importante, mejor hablamos en otro momento —Polo resopló levemente—. ¡Después de todo, no puedo hablar contigo y dejar al abuelo al lado!—¡Bien, entonces adelante y halaga al abuelo!—Oye, por cierto... Polo, ¡tu mujer me parece genial! Jajajaja...—¿Qué has dicho? —El corazón de Polo se apretó de repente y una frialdad trepó por su espina dorsal.Diego se rio desenfrenadamente, y respondió palabra por palabra: —¡Yo digo que tu mujer huele bien y suave!—¡Diego!—Polo, Srta. Lucía es tan simpática. ¿Por qué no me la presentaste antes? Jajajaja...
Ambos eran sus nietos y eran igualmente importantes. Aunque favorecía un poco más a Polo, no quería que le pasra nada a Diego.Domingo golpeó con fuerza el suelo con su bastón.—¡Qué fracaso es Diego! ¡Le falta disciplina! —Dijo enfadado—. ¡Deja a Carlos a verme! ¡Necesita controlar a su hijo perdedor!—¿La mujer que capturó Diego es realmente Lucía?—Don Juárez... —Paul tartamudeó—, Parece ser una señorita García de pueblo Santo Córdova. Pero pregunté por dos hijas de la familia García. No sé si es ella...Domingo entrecierra los ojos y deslizó una luz socarrona.Si era así, lo mejor sería aprovechar esta oportunidad para que Polo cortuviera lazos con la mujer.Conocía a su nieto, Polo, que era exclusivo. Podía enfadarse un momento porque su mujer tuvo sexo con otro hombre, pero después, cuando se calmara, se distanciaría de ella...Domingo respiró hondo, lo que le hizo sentirse un poco más respirable.—¡Paul, consigue a alguien que vigile bien a Polo, y asegúrate de que esté a salvo.
—¡Polo!Al verlo irse así, los ojos de Diego se abrieron de par en par con consternación.—Hermano —se detuvo Polo y lanzó una leve mirada de reojo, sonriendo satisfecho—, El abuelo me dijo que tuviera en mente el panorama general y que no me molestara contigo por una mujer.—Creo que el abuelo tiene razón, así que...Volvió a mirar a Diego con frialdad: —¡Que te diviertas!Diego se quedó helado.¿Qué pasó? ¿No quería pelear con él hace un momento? ¡¿Casi se ahoga hasta morir y simplemente se fue?¡Diego echó mano ferozmente a su escopeta!Cuando estaba a punto de cargar la pistola, Polo se giró ante él y le apuntó a la cabeza.—Hermano —sonrió fríamente—, ¡Os dije a ti y a Carlos que nunca os pusierais detrás de mí o acabaríais siendo unos desgraciados! ¿Has olvidado todo eso?Diego palideció, soltó la escopeta y lo miró estupefacto.Polo lo miró con desprecio y estaba a punto de salir por la puerta cuando un grito se oyó detrás de él.—¡Jorge!Joana corrió hacia él sin pensar, pisó a