Capítulo 216
Era un coche pequeño muy corriente, de pequeña cilindrada, bajo consumo de combustible, no demasiado espacioso y que no costaba más de diez mil dólares.

Ni siquiera las criadas de la falimia Juárez conducen esos coches.

Pero a Polo le encantó.

Porque Lucía tenía una luz en los ojos en cuanto vio el coche, y a él le gustaba la luz de sus ojos.

—Cariño, ¿qué piensas? —Lucía lo abrazó íntimamente.

Polo sonrió: —Mientras te guste.

—Me gusta bastante, pero es para ti, ¡así que claro que te tiene que gustar!

Lucía sabía que los hombres tenían una afinidad especial por los coches, que eran como otra esposa.

Entonces tuvo que elegir uno con el que estuviera contento.

—Lynn y yo hemos considerado muchos coches, ¡y creemos que este es especialmente adecuado en todos los sentidos! Cariño, ¿quieres probarlo?

—No hace falta —Polo la miró a los ojos—. Solo este, me gusta mucho.

Lucía sonrió dulcemente y volvió a hablar del color del coche.

Por muy guay que fuera el negro, ella deseaba que se hubiera
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