Capítulo 162
El rostro de Polo cambió y lo afrontó con suavidad:

—Todo está en el pasado... ¿Qué otra cosa hacen los presos juntos sino pelear?

—¿Le has herido?

—Sí, más o menos.

Lucía asintió con la cabeza.

Los que habían pasado tiempo en la cárcel tenían tendencia a la violencia y, en mayor o menor medida, algunos problemas psicológicos. Como Teo, que estaba decidido a ser el jefe, sin duda se enfadó cuando Jorge le dio una paliza.

Pero Jorge no tenía ninguno de estos problemas, y aparte de su rostro serio y su falta de conversación, por lo demás Lucía estaba contenta con él.

Los grandes y hermosos ojos de Lucía se llenaron de sonrisas, mirando en silencio a su marido, cuanto más lo miraba, más sentía que había encontrado un tesoro.

Su pequeña mano acarició suavemente su rostro anguloso. No había tenido tiempo de afeitarse, y la barba le irritaba la palma.

—¿Por qué me miras así? —La voz de Polo era cariñosa mientras frotaba su cabecita.

—No es nada —dijo en voz baja—, ¡es que he descubierto que
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