Capítulo 17

Sebastian seguía en la misma posición, ahora con las manos en los bolsillos de su fino pantalón mirándola detenidamente. Sus ojos parecían aburridos, el tigre descansaba y dejaba que el hombre fuera el protagonista, tragó en seco cuando él sonrió.

—Lo hiciste bien, pensé que saldrías corriendo cuando te besé.

—No lo esperaba —contestó ella sin despegar los ojos de él. Sebastian asintió.

—Lo sé, tendrás que hacerte la idea que así será cuando estemos en público.

Seremos dos personas correctas que demuestran su cariño con discreción; no andaré besándote por cada rincón y no quiero que tú lo hagas, solo serán pequeñas muestras de afecto que logren hacer creer nuestro amor incondicional: rozarnos, tomarse de las manos, un beso en la mejilla, esas cosas. ¿Si entiendes verdad?

—Sofia asintió.

—¿Y tus padres?

—Vio al animal apoderarse de su cuerpo, se estremeció.

—Ya los veremos

—Sofia se fijó en su reloj—. En menos de una hora. ¿Tienes todo?

—Lo dejé en el auto

—contestó Sofia.

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