Mientras la estilista iba a encargarse de lo que estuviera pasando abajo, Pool le daba las últimas noticias mientras le daba de comer, objetando que no debía ocupar las manos hasta que la manicura estuviera completamente seca. Tiempo después Samira volvió a hacerse cargo siguiendo con el maquillaje: colores naturales que solo resaltaran su belleza. El momento más incómodo fue el turno del asesor, insistiendo a cada momento que nadie más que él podía vestir a la novia; ese era su trabajo por lo que nadie tenía permitido tocar algo relacionado con el vestuario. Así que cuando estuvo todo terminado y solo faltaba el vestido, mandó a volar a las mujeres quedando ellos dos en el cuarto. —Puedo vestirme sola —insistió Sofia casi sin voz. —Necesitas ayuda con esa cantidad de botones —dijo mientras acomodaba el vestido en el suelo, la miro de soslayo— tranquila, no me propasaré contigo… Samira me destruiría si llego a mover un solo cabello de ese peinado. —Refutó Pool sin perder la son
No se movió de la cama, a pesar de llevar rato despierta, hubiese seguido mirando el techo si no fuera por los ruidos en la puerta. Miró la hora pareciéndole extraño que alguien merodeara casi al amanecer, se llevó la mano a la frente pegándose sin querer con los dos anillos en su dedo… compromiso… matrimonio… Se sentó de un salto, ¡era una mujer casada! Salió rápidamente de la cama corriendo hacia la puerta, abrió tomando del brazo al hombre para que entrara rápidamente y poder cerrar. Volvió a respirar cuando su cabeza entendió el acuerdo la noche anterior luego de dejar la fiesta. Dormirían en piezas separadas sin que nadie lo notara y antes de que llegara el desayuno o cualquier intruso, él volvería a la suite para aparentar una bella noche de bodas. Si no fuera por el carraspeo de Sebastian no se hubiera percatado de su vestimenta, la bata estaba corrida dejando ver un seno, el cual escondió rápidamente y pidiendo permiso para correr al baño. Frente al espejo comenzó a arregl
Bajó con toda delicadeza y femineidad logrando que unos cuantos que pasaban se dieran vuelta para saber si se trataba de una celebridad. Con la frente en alto, la espalda erguida y el resonar de sus tacones, ingresó al edificio que llevaba el logo de Joyerias Gottier a un costado y resaltando en brillantes colores las palabras Pies descalzos: Crece y Sueña. Sonrió con sinceridad, ese era su lugar.Al nadie conocerla formalmente, la saludaron como lo harían con cualquier persona que deseara participar de aquella causa. Sofia tomando todo el aire posible se detuvo frente a la recepcionista quien hablaba con alguien por teléfono. Se percató que debía ser algún familiar o novio ya que no tenía nada que ver con niños, rendiciones o donaciones. Se giró a uno de sus lados donde Pool le daba señas para que se hiciera notar. Tomó aire nuevamente y carraspeó, sobresaltándose a sí misma ante tal atrevimiento que jamás hubiese hecho en otro momento de su vida. La recepcionista, una chica baji
Como siempre, dejó caer la bata quedando en ropa interior con un brasier sin tirantes y unas bragas que dejaban poco a la imaginación. Él pasó el vestido por la cabeza procurando no desarmar el peinado dejando que la tela cayera por si sola amoldándose al cuerpo de la chica. Como siempre ambos se observaron a través del espejo regalándose una sonrisa de satisfacción. El asesor se arrodilló para colocarle las sandalias. —Me sorprende tu elección —comentó Sofia. —De vez en cuando debes parecer a tu edad, no creo que tu millonario esposo se moleste. — Ella se encogió de hombros sin apartar la mirada de la delicadeza con que amarraba la hebilla del zapato. —Hoy anda de buenas… —¿Eso quiere decir que podemos aprovechar y festejar? —preguntó Pool admirándola con provocación y una sonrisa. Sofia rio entre dientes. —Estoy casada… —No me vengas con el discurso, me lo sé de memoria —interrumpió mientras terminaba con el segundo zapato. Cerró los ojos cuando sintió la yema de los dedo
—Vamos, despídeme —insistió el chico en un susurro. —No… n-no puedo… —tartamudeó ella sin aliento. Sintió la sonrisa de él sobre su piel sensible. —¿No puedes o no quieres? —Al no recibir respuesta siguió avanzando hasta llevar a la comisura de sus labios—. Vamos, Sofia, sé que quieres ser mía… —No voy a dejar a mi esposo. —Logró decir con los ojos cerrados. —Sé que no puedes, o no quieres, no lo sé bien, pero sí sé que no lo amas. Algún día averiguaré la verdad. —¿Señora Gottier? ¿Sofia? Con un rápido movimiento se alejó de su asesor y arreglarse un poco antes de que Samira entrara. La chica ni siquiera se inmutó de verlos juntos acercándose a su jefa para mostrarle los cambios en la agenda y las respuestas que Savier le dio asegurando que nada se modificaría hasta que volviera del viaje. Este viaje nuevamente lo harían solos, por lo que procuró que su equipo siguiera sus órdenes y mantuviera las cosas en correcto estado. Solo necesitó de una mirada para saber que algo andab
—La revista Barquisimeto te quiere en portada. —¿Cuál es la razón? —preguntó Sofia mientras Samira la maquillaba para el evento de esa tarde. —Cuál es el estilo de vida que lleva una chica normal en este mundo de empresarios —ambas rieron. —¿Normal? Dejé de serlo hace bastante tiempo. —Al parecer no es así, creen en esa postura o solo quieren sacarte información privilegiada. Samira siempre mostraba excelentes resultados como su mano derecha y maquilladora, se había ganado el premio mayor cuando aceptó trabajar para ella. Llevaba el cabello ondulado y desordenado hacia un lado logrando que su cabello rojizo reluciera, destacando sus ojos con colores ahumados y un brillo labial. Estaba perfecta. Miró a través del espejo a Pool que hojeaba el periódico en busca de alguna noticia sobre la familia más destacada del momento. Después de más de un año de trabajar juntos, era gratificante estar todos en una misma habitación sin insultos o malas caras. Era un equipo fuerte y destacado
Tomó un trago de aire para luego dejar caer el vestido quedando desnuda solo con unas bragas de encaje color nude, pensando como hubiese reaccionado su esposo. Sabía que no era fea y tampoco una súper modelo, pero ¿para qué querría ese hombre, una mujer con que aparentar si podría disfrutar de una con la que saciar sus necesidades? No quería decir que ella quería ser esa persona, no buscaba eso —por algo aceptó a firmar —era justo lo que necesitaba, no obstante, un hombre no pensaba de la misma forma… Hasta que conoció a su esposo. Sacudió la cabeza intentando alejar tales ideas, buscó su camisa de seda, se lavó los dientes y la cara para acostarse y perderse en un profundo sueño. Hablaba con Meg al teléfono cuando Simon tocó la puerta para informarle que Luisa Reeve se hallaba en la sala. Agradeció la información pidiendo que le atendieran mientras terminaba la llamada. El hombre hizo una reverencia y la dejó en la biblioteca. Un par de minutos después Pool entró a la habitación m
Como el señor Gottier especificó personalmente a través de un llamado telefónico, una chica se encargaría de hacer las preguntas. Solo tres hombres podían compartir espacio con su mujer: el señor Pound, su guardaespaldas y principalmente él. La chica de cabello liso y teñido de un extraño rubio platinado le tendió la mano para saludarla. Le explicó en qué consistiría la entrevista: preguntas generales de su vida, su boda y finalizar con la nueva vida y estilo que llevaba en Barquisimeto. La periodista sacó una grabadora, tomó una libreta, un lápiz y luego de regalarle una sonrisa, comenzó. —Imagino que han sido demasiados cambios en el transcurso de un año, ¿de dónde viene, señora Gottier? —Nací en Valencia, Carabobo, donde viví toda mi infancia y adolescencia hasta trasladarme a esta ciudad —respondió Sofia con naturalidad. —¿Por qué decidió venir a Barquisimeto? ¿Esperaba encontrar éxito? —La chica rio en silencio mientras negaba. La periodista seguía inexpresiva anotando en la