Capítulo 997
Este hombre, quien poseía el poder de decidir sobre la vida y la muerte, tenía a su merced a ella, incapaz de resistir sus demandas.

—¿Recuerdas lo que prometiste antes? Dijiste que sin importar lo que sucediera, siempre confiarías en mí, que nunca me cuestionarías. ¿Lo has cumplido?

La mirada de Ana se dirigió directamente a los ojos de Lucas.

Lucas, algo incomodado, tardó un momento en responder, como si le costara enfrentar su mirada.

—Ana, come algo primero. Si no quieres verme, saldré.

Dicho esto, colocó cuidadosamente la comida sobre la mesita junto a la cama y, sin más, salió de la habitación con un aire de incomodidad.

Ana observó su figura alejándose. Su corazón, que creía haberse vuelto insensible, volvió a sentir un dolor que se extendía lentamente por su ser.

¿Desde cuándo Lucas había mostrado tal debilidad?

Al pensar que las promesas de antaño ya no tenían validez, que su dulzura había sido solo un breve espejismo, Ana no pudo más que encontrarlo ridículo.

Riendo y riend
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