Capítulo 3
El hombre en la cama tenía los ojos cerrados y su rostro era un poco pálido, pero esto no afectaba a su apariencia perfecta. Pareció que no estaba inconsciente sino como un príncipe estaba durmiendo.

Aunque Ana no era una persona obsesionada con la apariencia, no pudo evitar fijarse varias veces en Lucas y notar que había varios agujeros de aguja en la piel pálida de su mano.

Por un instante, se sintió aturdida al ver esas marcas y no pudo evitar pensar en su madre, quien había sufrido tanto dolor y enfermedad a lo largo de los años.

Lucas era una persona tan excepcional que, sin el accidente, sería una estrella inalcanzable en el cielo. ¿Cómo podría ella, una abandonada hija de la familia López, estar relacionada con este matrimonio?

Realmente compartían la misma desgracia y eran miserables juntos.

Al pensar en eso, Ana sintió una simpatía compartida por este hombre y su semblante se suavizó gradualmente.

El anciano Hernández notó los cambios en su expresión. La trajo aquí para ver su verdadera reacción.

Si realmente lo rechazaba, su reacción instantánea no podía engañarlo.

Ahora parece que había elegido una persona adecuada.

—Debes haber oído hablar de la situación de Lucas. Si tienes alguna vacilación o renuencia, puedes decirlo directamente. No te obligaré, pero si aceptas, no habrá vuelta atrás.

Al escuchar esto, Ana apartó la mirada y sacudió la cabeza sin dudarlo. —Maestro, si ya he aceptado, no me arrepentiré. En el futuro, cumpliré con mis deberes de esposa y cuidaré bien del joven maestro Lucas.

Después de perder su virginidad de manera inexplicable, ya no tenía ilusiones sobre el amor, así que prefería quedarse aquí para cuidar de Lucas.

Al menos, esto permitiría a su madre recibir el mejor tratamiento médico.

El anciano Hernández observó cuidadosamente a Ana y al ver su mirada sincera, finalmente abandonó la guardia.—Muy bien, entonces eres la esposa de Lucas, responsable de cuidar su vida diaria. Alguien vendrá a enseñarte un rato.

Con eso, se fue.

Después de un rato, las personas que había organizado llegaron.

Uno era un terapeuta y otro era el sirviente responsable del cuidado diario de Lucas.

Ana aprendió técnicas de masaje con el terapeuta, masajeando los músculos de los brazos y las piernas de Lucas.

Después de aprender lo suficiente, el sirviente trajo agua y toallas y dijo, —Señorita, a partir de ahora, usted se encargará de limpiar al joven maestro.

¿Limpiarlo?

Ana se sorprendió al oír esto, al ver a Lucas acostado en la cama, ¿entonces tendría que desnudarlo?

Al pensar en esto, Ana comenzó a sentirse nerviosa y su rostro se volvió gradualmente rojo. El sirviente notó su reacción y sonrió, —De todos modos, tenga que hacer. En el futuro, quizás tenga que darle un heredero al joven maestro, así que es mejor familiarizarse pronto.
Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo