Al pensar en esto, la expresión de Lucas se volvió aún más sombría. El hecho de que ella se quedara con el acuerdo renuente de él no significaba que fuera su esposa legítima.

Ana no tiene suficientes cualidades como para jugar con sus emociones de esa manera.

Lucas tranquilizó al señor Hernández y de inmediato llamó a David para que investigara el paradero de Ana.

David informó rápidamente:

—Si nos fijamos en la ubicación, la señorita Ana se fue a casa por la noche y no ha salido desde entonces.

Cuando el señor Hernández escuchó que Ana había regresado a la casa de sus padres, inmediatamente miró fijamente a Lucas y dijo:

—¿Has hecho algo que haya puesto triste a Ana, y no la has traído de vuelta? ¡Ve y tráela de vuelta de inmediato!

Lucas frunció el ceño al escuchar esto, pero antes de que pudiera hablar, el señor Hernández golpeó la mesa y le amenazó:

—No me importa lo que haya pasado entre ustedes, pero Ana es mi nuera, si no la traes de vuelta, entonces no me reconoces como tu p