En aquel tiempo, en un momento tan esplendoroso, quizás ni en los sueños más idílicos habría imaginado que a una edad tan hermosa, todo se detendría abruptamente, como si el mundo hubiera quedado suspendido en el tiempo.A Lucas le dolían los ojos intensamente, sintiendo que esa sonrisa radiante era la mayor ironía para él, una cruel burla del destino que le había arrebatado la felicidad. Desconcertado y con el corazón apesadumbrado, desvió la mirada, sin atreverse a contemplar ni por un instante a la persona en la foto. Al bajar la vista, Lucas descubrió con desolación que en la lápida de Ana sólo estaban escritas unas pocas palabras simples:—Tumba de Ana, como un eco silente de la pérdida irreparable. No mencionaba a quién pertenecía como hija, mucho menos a quién como esposa, ella era simplemente Ana, sin ningún lazo que la uniera a él en ese triste momento. Lucas se sintió de repente invadido por un escalofrío gélido que recorrió todo su ser:—No, no puede ser enterrada así, e
Lucas permanecía sentado frente a la tumba, sumido en sus pensamientos, mientras la penumbra se apoderaba por completo del día. Fue en ese preciso instante cuando David llegó, apresurado y preocupado. Al ver a Lucas inmerso en un ensimismamiento profundo, David se acercó rápidamente para brindarle su apoyo. Finalmente, Lucas reaccionó, dirigiendo su mirada hacia David.―No te preocupes por mí, averigua, averigua qué ha estado aconteciendo en la familia López últimamente. ¡Infórmame con hasta el más mínimo detalle!David se sobresaltó ante el estado histérico de Lucas, pero aun así, rápidamente se dispuso a hacer lo que le pedía, comenzando a indagar sobre la familia López. No pasó mucho tiempo antes de que David regresara con los hallazgos de su investigación. Lucas examinó minuciosamente la información y, en ese preciso momento, supo que la madre de Ana ya había sido secretamente trasladada a una residencia de ancianos en el país A por la familia López, quienes la habían utilizado com
David manejaba con destreza, conduciendo a Lucas directamente hacia la residencia de la familia López. El sirviente de la familia, al divisar la llegada de Lucas, apenas pudo abrir la puerta a tiempo antes de que el hombre entrara con determinación. Sus ojos recorrieron los ornamentados detalles que adornaban la mansión de los López, sin encontrar ni un rastro de luto.Una sombra de ferocidad se deslizó por los ojos de Lucas, impregnando su mirada.Al adentrarse en la majestuosa villa de la familia López, los tres miembros de la familia disfrutaban plácidamente de la cena. Olga contemplaba sus uñas recién arregladas y, con voz suave, expresó: —Papi, mami, últimamente he sentido una inquietud, sobre todo al pasar por la habitación donde solía residir Ana. Me pone nerviosa, ¿qué les parece si sellamos ese espacio?Al recibir la noticia de la muerte de Ana, Olga no podía ocultar su deleite. Sin embargo, al recordar las acciones que había llevado a cabo previamente, también experimentaba
La dulce voz de Lucas acababa de resonar cuando, de repente, desde afuera de la casa de la familia López, se escuchó el estridente sonido de una sirena, rompiendo el silencio de la noche. Un grupo de policías irrumpió en escena, su presencia imponente llenando el espacio:―¿Quién es Pablo? Su empresa ha sido acusada de reducción de costos y sobornos. Necesitamos que colabore con nuestra investigación. ¡Acompáñenos de inmediato!En el trayecto, Lucas ya había enviado a su equipo para investigar todas las construcciones llevadas a cabo por la familia López a lo largo de los años. Pablo, sin ser precisamente un santo, tenía tratos ocultos que no resistirían la luz del día. Normalmente, si todo permanece en la sombra, nadie buscaría problemas. Sin embargo, si se revelara la verdad, sería un golpe devastador.Los policías se percataron de que Pablo, por alguna razón, había perdido el conocimiento. No tuvieron más opción que dirigir su mirada hacia María. ―Eres su esposa, la segunda repre
Olga ya no se atrevía a dejarse ver en lugares públicos, así que encontró un apacible rincón desde donde llamar a Irene.Si los costosos gastos médicos de Pablo no se saldaban pronto, probablemente se vería condenado a pasar el resto de su vida en una cama de hospital, totalmente dependiente.La llamada tardó en recibir respuesta, extendiendo su angustia.A Olga ya no le importaba en lo más mínimo preservar su propia dignidad:—Irene, ¿acaso tienes algo de dinero disponible? Necesito que me hagas un préstamo, ¡es una urgencia desesperada!— Olga, ¿aún te atreves a llamarme? Todo esto es culpa tuya. Dijiste que Lucas odiaba a Ana hasta los huesos, pero eso no es verdad. ¡Me has arruinado!Después de desmantelar a la familia López, Lucas no se detuvo ahí, sino que continuó investigando a aquellos que habían maltratado a Ana en aquel entonces.Los supuestos "actos benéficos" de Irene no pudieron permanecer ocultos. Para protegerse, su propia familia se vio forzada a expulsarla, abandonánd
Cinco años despuésAeropuerto internacionalAna, empujando su maleta, bajó del avión.Mientras caminaba con paso decidido, sacó delicadamente unas exquisitas gafas de sol de su bolsillo y se las colocó con elegancia. Los cristales amplios y oscuros, en combinación con una mascarilla blanca impecable, envolvían por completo su rostro, cual joya resguardada en la palma de una mano.Su penetrante mirada exploraba la ciudad que había sido su hogar durante tantos años, pero que ahora se le antojaba un paisaje ajeno, despertando en ella una mezcla de emociones que rebosaban su corazón.Por fin había regresado a aquel lugar.Durante todos esos años, Ana había jurado que jamás pondría un pie en aquel sitio que le había causado tanto sufrimiento. Sin embargo, recientemente, su empresa había recibido un importante encargo de la Ciudad S, y al ser ella una autóctona, se había convertido en la elección más acertada. Su jefe, incluso, le había prometido una generosa recompensa, digna de alabanza.A
Javier López deseaba expresar algo más, pero Lucío, preocupado de que Ana se inquietara en su tierra natal por lo que acontecía allí, extendió su mano y condujo al pequeñín hacia la parte trasera:—No te angusties, cuidaré de Javier con esmero. Ana, trabaja con ahínco allá, no te inquietes por nada aquí.Mientras Lucío se alejaba con Javier, Javier López entornó los ojos con disgusto:—No te preocupes, mamá. También velaré por el bienestar de papá aquí y no permitiré que ninguna mujer tenga la oportunidad de acercarse.Las palabras del pequeño provocaron en Ana una mezcla de lágrimas y risas. Justo cuando estaba a punto de decirle que dejara de decir tonterías, Lucío intervino:—Ana, sería mejor que tomes un taxi hasta casa de Adelina. Después de tanto tiempo en el avión, debes de estar agotada. Javier, despídete de mamá.Tras despedirse de Ana, padre e hijo colgaron el teléfono. Ana reflexionó sobre la conversación telefónica y movió su cabeza con delicadeza.A lo largo de los años, s
Sin embargo, para Ana, no había ni una pizca de entusiasmo en su corazón.El nombre de Lucas, para ella, era como un monstruo aterrador y colosal.El rostro de Ana, oculto tras la máscara, se volvió notablemente pálido, reflejando su angustia interna.Es innegable lo pequeño que es el mundo. Apenas había regresado a casa por un breve lapso de tiempo y se encontró cara a cara con Lucas.Creía haber dejado atrás aquellos recuerdos del pasado, pero al escuchar el nombre de Lucas, se dio cuenta de que las memorias dolorosas nunca las había olvidado; simplemente había intentado evitar pensar en ellas.Ana inclinó la cabeza y, con su maleta en mano, avanzó velozmente.Su mente se encontraba en un caos total, y sus pasos se hacían cada vez más acelerados. De repente, chocó con una mujer que también caminaba hacia adelante.La mujer no era otra que Luna, apareciendo en escena como un destello de luz.Antes de que Ana pudiera articular palabra, Luna la abordó con una expresión de descontento: —