Capítulo 1477
Después de haber organizado todo, Karla regresó al banquete. Tan pronto como apareció, Lucío se le acercó con el ceño fruncido.

—Karla, ¿has visto a Ana? Ha desaparecido desde hace un rato.

Lucío, tras entablar una breve charla con los demás invitados, sentía una creciente curiosidad por saber si Ana, esa figura etérea y llena de encanto, se estaba adaptando bien al ambiente o, en el caso de que el aburrimiento la embargara, si prefería retirarse antes de lo previsto. Pero su preocupación comenzó a teñir sus pensamientos cuando, tras buscarla por cada rincón, cada espacio lleno de sombras y luces, sin éxito alguno, y al preguntar a otros invitados, quienes con miradas vacías y palabras escuetas no ofrecieron respuestas, se dio cuenta de su ausencia. Conociendo el carácter resuelto, pero siempre cortés de Ana, sabía con certeza que ella no se iría sin despedirse, con esa gracia suya que siempre dejaba una huella imborrable.

Por eso, al ver a Karla, que había llegado con Ana, se apresuró
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