Capítulo 143
Lucío Hernández apretó los puños con fuerza; todo esto era su culpa. Si hubiera tenido suficiente capacidad, no habría permitido que su madre la llevara a ese lugar y la humillara. Pero ahora, pensar en eso no tenía sentido. —Ana López, ven conmigo, encontraré un médico para curarte —dijo mientras extendía su mano, tratando de tranquilizarla y convencerla de irse con él.

Ana López no tuvo ninguna reacción. La voz del hombre frente a ella le parecía familiar, pero era diferente a la voz tranquilizadora y salvadora que había escuchado el día anterior. No podía irse con él.

Al ver que ella no respondía, Lucío Hernández intentó tocarla para probar que no tenía malas intenciones y que estaba allí para salvarla. Pero Ana López rápidamente se giró y se apartó de él.

Una sombra de dolor cruzó los ojos de Lucío Hernández, sintiendo que tal vez ya no era la persona en quien Ana López confiaba más. Si hubiera sido antes, ella nunca se habría alejado de su tacto.

—Ana López, ¿tienes miedo de m
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