Capítulo 146
Lucío Hernández la consoló de inmediato: —Ana López, no tengas miedo, mira esta habitación, es igual a la que vivías antes, mira, ahí está tu oso de peluche favorito, ese es el mueble de segunda mano que elegimos juntos, ¿aún lo recuerdas?

La voz de Lucío Hernández era muy suave, y Ana López escuchó sus palabras, observando todo a su alrededor.

Una sensación de familiaridad, que hacía mucho tiempo no experimentaba, la invadió, haciendo que ya no se sintiera tan tensa.

Lucío Hernández soltó un suspiro de alivio, continuó tranquilizando las emociones de Ana López, y después de un rato, el anciano asintió con la cabeza, diciendo que estaba bien. Acto seguido, sacó un colgante de plata y lo balanceó suavemente frente a los ojos de Ana López.

—Ahora, estás caminando por un camino, es un camino muy largo, caminas lentamente, y en ese momento, ves una puerta, abres la puerta...

Siguiendo la guía gradual del psicólogo, el panorama de ayer apareció ante los ojos de Ana López.

Vio cómo era lleva
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