Capítulo 107
Al escuchar las palabras "bastardo", el rostro de Ana López se volvió pálido. Si pudiera, no querría que Lucío Hernández viera su lado tan miserable en esta vida. Preferiría no verlo nunca más y así mantener un poco de la belleza de aquellos años en sus ojos.

Lucío Hernández vio la vergüenza de Ana López, cuya cara estaba pálida como la ceniza, y se quedó atónito. Nunca había imaginado que su tío, siempre altivo y respetuoso de las normas, diría palabras tan feas frente a Ana López.

¿Cuántas humillaciones como esta había sufrido su chica en estos días?

Claramente, ella también era solo una víctima. Después de lo que había pasado, Ana López debía ser la más dolida.

Lucío Hernández apretó los puños. —Sí, el niño es mío, tío. Ya que lo sabes, por favor, divórciate pronto y devuélvele la libertad a Ana López.

Ana López no esperaba que Lucío Hernández admitiera esto directamente. No entendía por qué él quería decir esa mentira.

Ana López rápidamente dijo —No, el niño no es suyo...

Lucío Her
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