Caricias Robadas
Caricias Robadas
Por: Yandracurvelo
Capitulo 1

Ahí va caminando, otra cita a ciegas que sale mal, mi madre me dice que no me desespere, pero ya tengo 26 años, a mi edad ellos ya estaban casados siento que los años pasan y no encuentro eso que ellos tienen, comienzo a preguntarme si el amor es para mí.

Bebo lo queda de mi café y me levanto de la mesa, salgo del establecimiento y camino en dirección al estacionamiento, voy haciendo una lista mentalmente de lo que debo hacer hoy. Estudie fotografía como mi madre pr eso ahora me encargo del estudio, mi madre y mi tía aún trabajan allí, pero ya andan viejas y peresozas, así que la gran parte del trabajo la hago yo, eso si los bebes y las bodas son lo de ellas, a mí de verdad que ni me paguen millones, no tengo paciencia para los niños y solo de pensar en una boda vomito, quizás por eso es que no me enamoro, las bodas me gustan lo mismo que el heavy metal, es decir nada, de nada.

Subo al auto, coloco música y acelero, tengo una reunión en 20 minutos en el estudio, ha llegado el momento de expandir mis ingresos, siempre me ha gustado ir a la barbería, que me traten bien y me dejen presentable, por eso voy abrir una propia , pero no cualquiera una barbería estudio tattoo y bar, si ya sé que hay varias en el mercado, para eso tengo una reunión con un equipo especializado, para descubrir como hacemos de este proyecto el mejor.

¿Saben ese consejo de que no conduzcas y veas el celular al mismo tiempo?, bueno es real por eso estoy en el hospital justo ahora, yo estoy bien, pero la chica que atropellé con el auto esta desmayada sobre la camilla, la reunión que tenía quedo aplazada por obvias razones, mi familia no sabe que estoy aquí sino todos estarían afuera, prefiero mantenerlos al margen de esto, por lo menos en lo que la chica despierta y la convenzo de no meterme a la carcel, aunque es lo que merezco.

Han pasado 6 horas más o menos y ella aún no despierta, no sabemos de su identidad, estaba sin bolso, sin celular. Los médicos dicen que todo en ella está bien, solo tiene raspones en los brazos, su cerebro está bien, es ella que no quiere despertar, ¿por qué?, esta chica es preciosa, piel clara, cabello negro, tiene una ligera capa de pecas sobre su nariz, lo cual le da un toque de ternura, no va muy bien vestida, su ropa se ve sucia y vieja, contrasta bastante con tu rostro, es delgada, creo que demasiado, el doctor que vino hace un rato me dice que parece estar en situación de calle, y no puedo entender como una chica tan joven está pasando por algo así, le pedí un examen toxicológico, para comprobar si consumía alguna droga, salió negativo en todo, pero eso si esta anémica y desnutrida, por eso no quieres despertar ¿verdad? estas pasándola realmente mal.

—Puedes despertar, todo va a estar bien lo prometo, ya no estarás sola— le susurre al oído, he escuchado que su subconsciente sigue escuchando todo a su alrededor, así que intentémoslo.

Ella aún no despierta, sus signos vitales son estables, todo depende de ella, me han pedido que salga de la habitación porque las enfermeras necesitan asearla, así que decido ir a comprarle un par de cosas, necesita ropa, zapatos, productos de limpieza personal, quizás algo de maquillaje, perfume, y otras cosas.

Llego a la tienda de ropa más cercana y le indico a la dependienta lo que estoy buscando, le explico como puedo cuál podría ser la talla de la chica y su edad, con esa información ella hace su magia, un par de jeans, pijamas, camisetas, dos vestidos, algunos conjuntos deportivos, un par de tenis, unas sandalias y otro par de cosas más, supongo que esto bastara pago todo y voy a la farmacia, allí le compro lo que según la farmaceuta una chica necesita, al salir veo los perfumes, no pude elegir uno, no sé que olor podría gustarle, así que le llevo dos, decido dejar las compras en el auto para cuando despierte. Justo cuando estoy entrando al hospital el doctor que la ha estado atendiendo me intercepta.

—Señor Garza, le tengo excelentes noticias la chica ha despertado, está un poco desorientada no recuerda lo sucedido, pero está tranquila, quiere hablar con usted.

—¡Muchísimas gracias doctor, que alivio!

Ni me despido del doctor, simplemente corro por entre los pasillos hasta su habitación, al llegar toco la puerta y sin esperar respuesta entro, está hablando con una enfermera, le están haciendo más análisis de sangre al parecer.

— Hola, ¿cómo estás?, yo soy Mateo Garza.

La enfermera se despide mientras va saliendo de la habitación y es en ese momento cuando ella por fin me mira, mi mamá siempre habla de lo que sintió cuando vio a mi padre por primera vez, ella lo detestaba en realidad, pero había un revoloteo en su corazón cada que estaba con él que no podía evitar, "el amor inminente" le llama ella, no me quiero apresurar a decir que me acaba de pasar lo mismo, pero creo que es muy parecido mi corazón dio un giro de 360 grados cuando ella posó sus ojos sobre mí, no se si es la luz de la habitación, su delgadez o sus ojeras, pero quiero ir a acurrucarme junto a ella, de alguna manera darle todo mi calor, se ve tan frágil e indefensa, pero su mirada no refleja eso, al mirarla a los ojos veo fortaleza, veo voluntad, pero también dolor y miedo, ella está asustada.

—Lamento todo lo sucedido, los doctores dicen que estas en perfecto estado gracias a Dios, yo iba enviando un mensaje y bueno, fui un irresponsable, lo lamento tanto, pero voy a ayudarte en lo que necesites y espero que no vayas a denunciarme por esto de verdad.

Ella solo me mira durante unos segundos que parecen eternos, siento que me analiza, me estudia, veo como suspira y habla por primera vez.

—Hola, todo está bien, no te preocupes por la policía no pienso denunciarte, no me dejaste ahí tirada me trajiste aquí y eso es asumir los errores, en cuanto me dejen ir seguiremos con nuestras vidas y todo estará bien.

Su voz es un poco rasposa, por su apariencia la imaginaba más aniñada, pero no es así hay tantas cosas de esta chica que me tienen intrigado, quiero saber todo de ella, ¿qué le ha pasado?, ¿necesita ayuda?, ¿debería simplemente preguntar?, mi madre siempre me dice que siga mi instinto y esta vez me dice que ella me necesita.

—Pues te agradezco, de verdad es un alivio, te he comprado un par de cosas, las tengo en el auto seguro querrás ducharte apropiadamente, te traeré ropa y productos de tu aseo personal, ya regreso.

Salgo a toda máquina de la habitación, busco un par de las bolsas de las compras y vuelvo corriendo por los pasillos, toco la puerta de la habitación al llegar, escucho un leve siga y entro.

—Ya volví, te traje algunas cosas.

Al entrar en la habitación hay dos hombres junto a ella, me alarmo enseguida por el aspecto que llevan, parecen matones todos vestidos de negro, son altos y están fornidos, llevan un par de chaquetas de cuero y botas militar, tienen un par de cicatrices en el rostro, la chica parece asustada.

—¿Todo bien? — le pregunto mirándola a los ojos, está en pánico puro, me mira fijamente y solo asiente con la cabeza, ¡ya está, estos tipos deben irse!—. No es momento de visitas caballeros, creo que deben irse, por favor.

Ellos ni me miran, simplemente salen de la habitación despidiéndose de ella.

—Nos vemos Amira.

Amira, ese es su nombre, es precioso.

Los hombres cierran la puerta detrás de ellos e inmediatamente ella rompe en llanto, algo fuerte pasa aquí y no sé si debería involucrarme.

—Yo sé que no nos conocemos y probablemente no confíes en mí, pero puedo ayudarte, ¿qué está ocurriendo?, ¿quiénes eran esos?, ¿por qué estás llorando?.

Por alguna razón ella sonríe y es absolutamente hermosa.

—Haces demasiadas preguntas, tu vida parece ser buena por eso mejor mantenla así, a penas me den el alta yo me iré y vas a hacer como que esto nunca paso.

—No, eso no es lo que va a suceder Amira, sé que estás viviendo en la calle, sé que estás sola, sé que necesitas ayuda y yo soy el hijo de Hanah Ruiz, ayudar esta en mis genes, mi familia no perdonaría que te dejara en esta situación, sé que estas en problemas puedes confíar en mí, puedo ayudarte, solo cuéntame lo que sucede.

Ella no deja de sonreír y llorar, es como mi madre cuando está emocionada.

—Te voy a contar, pero no estás obligado ayudarme, yo puedo con esto, se que voy a estar bien, soy Amira Catifa, tengo 24 años, soy Árabe, mis padres murieron en un accidente de auto, así que solamente soy yo ahora, vivo en la calle desde hace 1 año, cuando mis padres murieron tenían muchísimas deudas, esos hombres que viste me quitaron mi casa, el auto y el restaurante de mis padres, dicen que aún les debo dinero y me están acosando para pagarles, pero obviamente yo no tengo como hacerlo. Duermo donde caiga la noche, como cuando me regalan algo o saco de la basura, pido dinero en las calles, eso es básicamente todo lo que hago.

Estoy destrozado, como alguien puede llegar a esto tan joven, Amira toco fondo pero eso no es del todo malo, porque ahora únicamente le queda una cosa por hacer y es levantarse.

—Estabas sola pero ya no más, por ahora no quiero escuchar nada, quiero que tomes estas cosas, te des una buena ducha caliente, te relajes, te coloques esta linda ropa que me ayudaron a comprar y descanses, mañana vendré a verte y te llevaré a casa, tengo un ejército de familia y vamos a ser tu soporte, ellos me salvaron a mí una vez, ahora te salvaremos a ti.

Me acerco a ella y le doy un beso en la frente antes de salir de la habitación, como hace mi madre conmigo, un beso de esos siempre me hace sentir bien.

Salgo de allí y camino hasta mi auto, una vez en el suelto todo el aire que no sabía que había estado reteniendo, esto es fuerte, quizás me estoy metiendo en lodo profundo, pero no tengo miedo de hacerlo quiero cambiar la vida de esta chica, y quien sabe, quizás en el proceso cambiar la mía también.

Tomo mi celular y llamo a la persona más indicada para cambiar una vida, la persona en quien más confió en el mundo, la persona que más amo, mi amiga, mi salvadora y mi madre.

Luego de dos tonos me contesta.

—Oh, hasta que te has acordado que tienes una madre— me reclama.

—Te amo, estoy bien, pero necesito tu ayuda.

—Que ocurre mi amor, claro que cuentas conmigo— se que asi es mami.

—Lo sé, pero esta vez necesito al ejército completo, convoca una reunión llego a casa como en 20 minutos.

—Claro que si mi vida aquí te vamos a estar esperando, te amo— es lo último que dice antes de colgar la llamada.

Hannah

Cuelgo la llamada con mi cuchufleto y escribo al grupo inmediatamente.

—Tenemos código rojo en 20 minutos los necesito a todos aquí.

Todos empiezan a dar sus respuestas de afirmaciones y eso me emociona, me hacen recordar la última vez que hicimos esto, cuando ayudamos a mi Mateo, ¿qué ocurrirá?, ¿porque me pidió hacer esta reunión?, él siempre ha sido más de resolver las cosas por su cuenta, igual a su padre, pero hoy está siendo todo un Ruiz y eso es lo que importa realmente, para esto es la familia, para ser un soporte de ayuda y esperanza siempre, Alec sale del cuarto con el teléfono en mano.

—Mi amor que ocurre, acabo de ver el mensaje— dice cminando hacía mi.

—En realidad no lo sé amor, tu hijo me llamo y me pidió que nos reuniéramos, esta es su reunión no la mía— respondo sin más.

—¿Mateo?.

—¿Acaso tenemos otro hijo varón?— respondo sarcastica.

—Ja, ja, ja graciosa, pero es extraño ¿qué ocurrirá?.

—Pues ya lo sabremos en cuanto llegue aquí, ven y ayúdame a preparar bocadillos para recibir a todos mejor— tomo su mano y nos guió hacía la cocina.

Nos instalamos y nos ponemos manos a la obra.

Amira

Mateo tenía razón, esa ducha me dio ánimos no recuerdo la última vez que tome una, últimamente solo me lavo en fuentes a la media noche y eso lo hago corriendo para que no me vea ningún guardia, me recuesto sobre la camilla y trato de descansar, pero Mateo llega a mis pensamientos tan dispuesto ayudarme, tiene una mirada dulce y amigable, siempre he tenido un sexto sentido para reconocer a las personas es como si descifrara su aura o algo así, mi madre decía que es un don y Mateo es de los buenos, con una aura pura, me sorprendió que me dijeran que un día lo salvaron a él y que ahora su familia me salvaría a mí, quería preguntarle pero se fue sin darme chance, tengo 1 año vagando sola por las calles, teniendo miedo, hambre y frío, realmente ya estoy cansada de eso, así que voy a confiar en este hombre y su familia, así sea lo último que haga, total ¿qué es lo peor que puede pasar?, ya estoy en el peor lugar en uno que nunca imagine, cuanto extraño a mis padres y sentirme segura en mi hogar, sin poderlo evitar lloro, por el recuerdo de mis padres y de alivio de estar esta noche bajo un techo, en una cama y con comida, gracias Mateo.

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