Cociendo al suegro Ferdinando
Iker, no tuvo más remedio que esperar paciente, fuera de la casa de Tomoe, no era su estilo pero tenía que hacer lo que su avecilla quería, por lo pronto, por qué una vez que estuvieran viviendo juntos, no se separaría nunca de su lado

— Buenas.... papá, ya regresé — el joven búho, sabía que estaba en problemas

— ¿Qué sucede contigo, Tomoe? no viniste a dormir, ¿sabes lo preocupado que estaba por ti? pensé en miles de cosas que te pudieron haber sucedido, en todas ellas morías o resultabas lastimado, ¿por qué no viniste a dormir a casa? y ¿por qué vienes con ese therión? ¡además, estás herido!

— Cálmate papá, déjame contarte a detalle que pasó, estoy bien, no hay nada de que preocuparse, me lastimé un poco, pero Iker ya me hizo ver por un médico

— ¿Un médico para theriones? ¡nosotros somos aves, nuestra naturaleza es otra, llamaré a nuestro doctor de confianza para que te revise, y no voy a aceptar un no por respuesta, jovencito!

— Tomoe, rodó los ojos antes de continuar — papá, tengo
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