Capítulo 506
Después de todo, esos secuestradores habían provocado las terribles quemaduras de Mónica, y por ende la brecha que ahora había entre Luciana y él. ¡No podía quedarse de brazos cruzados!

—Entendido.

***

A la mañana siguiente, cuando Luciana bajó, Alejandro seguía en casa, esperándola.

—¿Despertaste? —le dijo, invitándola a sentarse mientras la examinaba con la mirada, preocupado—. ¿Te sigue doliendo la cabeza? Amy preparó un caldo de pescado. Tómate una taza para que te repongas.

En ese instante, Amy apareció con el desayuno y, señalando la olla de caldo, comentó:

—El señor Alejandro se levantó muy temprano para pedirme que lo hiciera. Me dijo que anoche bebiste un poco de alcohol y quería ayudarte a reponerte.

—Gracias —respondió Luciana, sin dejar claro si hablaba para Amy o para Alejandro.

Mientras ella se disponía a probar el caldo, Alejandro sacó una pequeña caja de su bolsillo y la colocó en la mesa:

—Luciana, esto es para ti.

Ella no dijo nada.

—Es un reloj —explicó Alejandro, fr
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