Apagó el auto y esperó a que Camila se acercara.Camila llevaba la comida que había traído y sonrió fríamente:—¿Por qué no entras? ¿Te molesta acaso verme charlar con Mateo?—¿Qué quieres? —Lucía giró la cabeza para mirar a Camila que ya estaba frente a ella.—Aún no has respondido mi pregunta.Lucía apartó la mirada y dijo con indiferencia:—Sabes que hay personas que no tienen nada pero fingen tenerlo todo. Cuanto más alardean, menos consiguen.Sabía que Camila estaba aprovechando esta oportunidad para burlarse de ella, simplemente para presumir frente a ella.El rostro de Camila se endureció, detestaba su fingida calma:—¿Por qué finges? Debes estar sufriendo. No importa cuán lejos esté yo de Mateo, él siempre tendrá un lugar para mí en su corazón.—Lo sabes muy bien, él fundó una compañía de entretenimiento por mí. Me gusta actuar y de inmediato me consiguió los mejores papeles. Que me tenga en su corazón es la mejor prueba. Y tú, Lucía, al final no eres más que una pieza desechab
Pero Mateo evitaba ver a cualquiera.Javier bloqueaba la entrada y dijo cortésmente:—Señorita Pérez, el señor Rodríguez está descansando. Dice que no se preocupe por él y que mejor regrese al set de filmación.—No hay problema —respondió Camila—. Ya pedí permiso y el director lo aprobó. Puedo volver cuando le den el alta del hospital.Javier se encontró en una situación incómoda y dijo con delicadeza:—El señor Rodríguez necesita descansar.Camila miró hacia la habitación y comprendió lo que realmente quería decir. Sin molestarse, añadió:—Por favor, entrégale esto a Mateo. Voy a regresar un momento, y traeré la comida que prepare la señora.—Muy bien, señorita Pérez.Al recibir el documento y ver las grandes letras en él, Javier también se sorprendió.Camila se despidió y se marchó.—Camila, ¿por qué no entraste? Era una buena oportunidad —preguntó su asistente.—No hay prisa —respondió Camila—. Habrá muchas oportunidades en el futuro. Primero volvamos a los Rodríguez.Tenía asuntos
No dejó que Lucía se marchara y la agarró con fuerza. Tenía ganas de matarla.—Siempre supe que eras un mal presagio. Sin ti, todos estaríamos bien. Tomás nos habría ayudado y podríamos haber vivido felices como familia. Tú te interpusiste y provocaste que Tomás nos abandonara. Eres una mujer venenosa y sin corazón. ¡Te voy a matar!El cabello de Lucía quedó desaliñado por el agarre.Instintivamente intentó esquivarla y apartarla.Lily tenía las uñas largas y alcanzó a arañar la mejilla de Lucía, dejando varios rasguños visibles.—Señora, esto es una comisaría. Por su comportamiento, podemos detenerla —advirtió el policía.Lily, cegada por la ira, respondió:—¡Deténganme si quieren! Solo quiero matarla. ¡Incluso si yo muero! ¡Aunque muera, la arrastраré conmigo al infierno!Lily gritaba violentamente, obligando a los policías a reducirla y tirarla al suelo.Aún intentaba moverse, mirando a Lucía con ojos llenos de furia.Adriana, pálida y llorando, suplicó:—Mamá, por favor, detente. ¿
Carolina se apresuró a decir:—Puesto que ya se conocen, mejor aún. Camila, esta chica se llama Karen.—Y ella es Camila —añadió, dirigiéndose a Karen.Karen observó detenidamente a Camila y de repente comprendió mostrando cierta incomodidad:—Señora, ¿acaso ella es... el primer amor de Mateo?Había pensado que si Carolina aceptaba a su hijo, también la aceptaría a ella.Pero se había hecho demasiadas ilusiones.A Camila le agradaba ese título y respondió con naturalidad:—Hola. La señora ya me ha hablado de ti, me dijo que estás embarazada de un hijo de Mateo y que te quedas aquí cuidando tu embarazo.Karen, preocupada, instintivamente se cubrió el vientre, temiendo que pudieran hacerle daño a su bebé.Camila, percibiendo sus pensamientos, continuó:—No tienes que temer. Si es hijo de Mateo, naturalmente lo trataré bien. No debes preocuparte; después de que nazca el bebé, tu vida solo mejorará.Karen, insegura, preguntó:—¿De verdad me permitirás tener al bebé?Con dulzura, Camila res
Si ella no lo aceptaba, Carolina lo haría, y no podía ir contra su voluntad, así que definitivamente no sería la villana en esta historia.Pasado un rato, sonaron unos golpes en la puerta.Karen, en su habitación, preguntó al oír el ruido:—¿Quién es?—Soy yo, Camila.Karen dudó un momento, pero finalmente abrió la puerta.Camila estaba parada en el umbral con un tazón de sopa en las manos y le sonrió amablemente:—Como no bajaste, te he traído un poco de sopa. La preparó la señora y huele muy bien.—No tengo mucha hambre —respondió Karen.Camila dejó la sopa sobre la mesa y, volviéndose hacia ella, preguntó:—¿Has perdido el apetito porque me viste llegar?Karen se apresuró a responder:—No, no es eso, no pienses cosas raras.—Me alegro —dijo Camila, tomándole la mano con gesto cariñoso—. Eres joven, puedes llamarme hermana. Si necesitas cualquier cosa, solo dímelo. Haré todo lo que esté en mi mano para ayudarte.Su calidez dejó a Karen algo desconcertada:—Yo...—No seas tímida. Soy
Estas palabras tocaron directamente el corazón de Karen.Si Lucía amaba a Mateo, ¿cómo podría querer divorciarse? ¿Acaso la estaba engañando? Antes le había dicho que no se ilusionara con Mateo, pero al final ella misma lo amaba. Estando embarazada, quizás Lucía planeara algo contra su bebé en el futuro.Karen, cubriendo su vientre, sintió un profundo temor. No podía permitir que Lucía se saliera con la suya ni que su hijo sufriera daño alguno.Camila, observando atentamente las expresiones de Karen, decidió no insistir más:—Descansa bien y no olvides tomar la sopa, es buena para mantener el embarazo. Me retiro por ahora.Al salir, una fría sonrisa se dibujó en sus labios. Sus palabras habían sembrado la inquietud en Karen, quien ahora sentía que debía hacer algo al respecto. De repente, pensó en la tía y la prima de Lucía, preguntándose qué habría sido de ellas.*Lucía acababa de terminar su declaración y salía de la comisaría.—¡Lucía!La figura de Diego apareció en la entrada.No
Diego frunció el ceño mientras seguía fumando:—No lo digas de esa manera tan desagradable. ¿Cómo no te lo devolvería cuando tenga dinero? Te lo devolveré en el futuro, solo tienes que prestármelo ahora.—No tengo dinero para prestarte —respondió Lucía—. Si no hay nada más, no seguiré charlando contigo.Diego, viendo que ella se marchaba sin mirar atrás, sin mostrarle el menor respeto como tío, arrojó el cigarrillo al suelo y dijo agresivamente:—Lucía, no me obligues a enfrentarme a ti. ¡Las cosas podrían ponerse muy feas!Lucía se subió a su auto y se marchó.Conocía demasiado bien lo que quería su tío. Toda su familia era bastante toxica y pedían tal cual pozo sin fondo; si les daba dinero una vez, seguirían pidiéndole más en el futuro.Esta escena fue presenciada por Karen, quien observaba desde un rincón. Viendo a Diego furioso y lleno de resentimiento hacia Lucía, se le ocurrió otra idea.Si lograba que Lucía desapareciera de este mundo, nadie podría amenazarla a ella ni a su beb
Javier no tuvo más remedio que colgar, pero apenas lo hizo, el celular volvió a sonar.—Señor Rodríguez, parece que realmente podría ser algo importante —comentó Javier.Mateo estaba leyendo el periódico cuando levantó la mirada al oír nuevamente el teléfono. Era otra llamada de Mariana. Normalmente, ella no lo llamaría directamente, así que si lo hacía, seguramente tendría que ver con Lucía.Cerró el periódico de golpe y ordenó:—Dámelo.Javier le entregó el teléfono, y apenas contestó, Mariana exclamó angustiada:—¡Mateo! ¿Qué significa que no contestes el teléfono? ¿Ya no te importa si Lucía vive o muere?Al escuchar su tono desesperado, Mateo apretó los labios y preguntó:—¿Qué es lo que sucede?—¡No puedo comunicarme con Lucía! —explicó Mariana—. Acordamos vernos hace una hora, pero no apareció. La llamo y no contesta. Ella siempre es puntual, nunca desaparece sin motivo. ¡Creo que le ha pasado algo!El corazón de Mateo se tensó. Todo su resentimiento se desvaneció en ese instante