Acelero el paso, furiosa. Camino a la salida me aborda uno de mis nuevos colegas.
“Los pequeños detalles hacen la diferencia… ¡Qué gran frase!” Tres meses llevo trabajando en la academia. Me gusta trabajar aquí, los chicos me quieren un montón, yo a ellos también por supuesto. Con algunos de mis colegas también me llevo bien, aunque, con otros no tanto, me han hecho muchos comentarios, como: altanera y caprichosa. Quizás tengan razón pero qué más da.Con Ulises llevamos una relación meramente formal, aunque, me ha invitado a almorzar varias veces junto a otros colegas, no obstante, nunca he aceptado ninguna de sus invitaciones, creo que es mejor así, pero, eso no quiere decir que la atracción entre nosotros haya desaparecido, al menos, nos llevamos mejor que antes, pero ya no le hago comentarios con otras intenciones y él a mí tampoco.
A la salida está esperándome Camilo. Le explico que esta vez almorzaré con Ulises, aunque se molesta un poco, no le doy importancia. De verdad se olvidó de qué día es hoy. Espero un poco a mi jefe, hasta que por fin lo veo salir. Me comenta que encontró un restaurante de comida española que tiene muy buenas críticas y se caracterizaba por su buena y exquisita comida, además de la excelente atención. Me guía por un par de cuadras, hasta que divisamos un local bien rústico y acogedor. Nos sentamos en la terraza de este y pedimos nuestra comida. Increíblemente la comida y la compañía fueron más que perfectas. Lo conocí un poco más, de lo que ya lo he conocido en estos más de cinco meses, también dejé que conociera un poco más de mí. Le saqué muchas sonrisas, a pesar de que él es un tipo muy serio, tal como me había contado Eliana. Descubrí que su color favorito es el azul, que es amante de la comida chilena casera, su plato favorito es el pastel de papa (dijo que un día
Luego de un rato, pregunta por mis padres y ya que estoy abriendo mi alma con él, decido contar lo sucedido.— Mis padres fallecieron hace más de seis años. En un accidente aéreo, no he hablado de esto con nadie más que con mis amigos de España. — Retengo las ganas de llorar. Nadie en Chile, además de Nefertari lo sabía.— Eso es terrible, también lo lamento mucho, Has pasado por muchos horrores que no te merecías — Coge mis manos y deposita un beso en cada palma.— Gracias por el gesto — Le regalo una sonrisa sincera. — y eso no es todo…— Él me mira atentamente en espera de que continúe. Lo medito unos segundos y le cuento mi historia con Lucas.A medida que voy relatando las cosas, su rostro pasa por todas las emociones posibles, pero jamás por una de lastima. No puede creer lo que le cuento,
Pasa sus manos por mi cintura y entre besos y caricias llegamos nuevamente a su habitación. Donde la ropa comienza a estorbar. Dejamos fluir la pasión contenida durante estos meses, nos dejamos llevar en su exquisita cama, pero al intentar terminar de desnudarme lo paro.— ¿No te sientes segura?— No es eso. Es solo que… ¿Podrías apagar la luz? — Lo sé, mi petición no es muy común, pero, como he contado anteriormente, cuando era pequeña tenía sobrepeso, al adelgazar, quedé llena de estrías en abdomen y glúteos. Aunque he usado mil cremas para borrarlas, muchas siguen ahí.— ¿Por qué? ¿Pasa algo? — Me pregunta extrañado. Con el torso desnudo. ¡Ay dios! ¡Se me hace agua la boca!— No quiero que veas mi cuerpo desnudo a la luz — Respondo cabizbaja.&mdas
“Ten cuidado con los comentarios malintencionados” Me encierro en mi habitación. La verdad, no quiero que nadie arruine mi felicidad que he comenzado a sentir, luego, de tanto tiempo. Sin miedos, sin barreras, sin fantasmas…solo existe él y yo. Nefertari golpea la puerta y me pide ir al living. A regañadientes lo hago. Ahí está Eliana, quien al verme se abalanza a abrazarme, pidiendo disculpas. Yo pongo los ojos en blanco. — Lo siento mucho amiga. Lo he olvidado, pero, te lo recompensaré…te traje una torta. Espero que te guste. Es selva negra, no sé, si la conoces — Dice sin soltarme. — Ok. Gracias, en serio te agradezco el gesto, aun así eso no cambia nada — Deshago el abrazo y me siento en el sofá. — Camilo vendrá también, en un rato más. También quiere disculparse. Después de todo ustedes son muy amigos. —&
Para mi mala suerte, Ulises me ve, aunque, no se da cuenta de lo que han dicho las dos chicas dentro. Me saluda con un beso que apenas correspondo y me lleva a su oficina.— ¿Cómo estás bombón? Me alegra que me hayas venido a buscar para almorzar… ¿Qué traes ahí? — Apunta la cajita con galletas que traigo en mis manos.— Ten, son para ti — Respondo casi en un susurro. Me duele el corazón, solo tengo ganas de salir arrancando y llorar. Él las toma y me agradece con una sonrisa — Las he hecho yo.— ¡Qué rico! Mejor aún…yo te tengo esto — Me entrega una cajita envuelta en papel. La abro y veo que son cuatro tazas elegantes con dibujos de gatitos. La verdad, es que, me han encantado, pero debo ser firme — ¿Qué pasa? — Pregunta por fin.&m
Hago mi clase con normalidad y alegría. Los chicos me adoran y me llevo bien con todos. El a la pareja para el desfile y ellos me dan las gracias emocionados. Ser elegidos para uno de los desfiles del gran diseñador Ulises Vega es todo un honor y que encima de todo te paguen, es lo mejor que te puede pasar. Vuelvo a casa a comer. Veo que Nefertari preparó el almuerzo. Una pasta con bechamel y champiñones. Le ayudo a colocar la mesa y nos sentamos a comer. La miro en silencio mientras comemos. Parece perdida en sus pensamientos, hasta que siente mi mirada. — ¿Cómo estás Aurora? ¿Te has sentido mejor sobre lo de Ulises? — Me sorprende con su pregunta. — Estoy mejor, no te preocupes… mejor cuéntame ¿Cómo vais con tu novio? — Cambio el tema. Hablar de Ulises no me hace bien. De un momento a otro Nefertari parece tensa. — Sí, bien. Tampoco tienes que preocuparte, me cuida y quiere mucho a este bebé — Sonríe a medias. Veo que está
“Cuando estés en peligro, busca ayuda...no mientas”Al día siguiente, llego a la hora justa. Los chicos están esperando en la sala de clases. Antes de salir de casa me coloqué mucho maquillaje para tapar los moratones que me han quedado, pero, bajo uno de mis ojos se notan levemente, por lo que aunque hayan quince grados en el ambiente, yo ando con lentes de sol. Así pienso dar mis clases. Por suerte no me encuentro con Ulises, no quiero dar explicaciones, porque de todas maneras él es mi jefe y debo dárselas. Además se preocupa mucho por sus empleados.— Buenas tardes chicos, disculpad el retraso, he tenido unos problemillas, pero ya estoy acá — Los chicos me miran extrañados. Sé que me veo ridícula, pero no quiero que nadie vea el moratón bajo mi ojo.<