Capítulo 63
El corazón de Cedro parecía haber sido golpeado, y cerró firmemente su puño.

El abuelo preguntó de nuevo: —¿Ese hombre realmente te trató bien?

Fabiola bajó la cabeza y asintió, sus mejillas blancas se tiñeron de un tono rosado.

El abuelo, habiendo pasado mucho, vio eso y empezó a jadear bruscamente.

—¡Papá! —Ignacio rápidamente apoyó la espalda del abuelo para ayudarlo.

Fabiola, con dificultad, se acercó y dijo: —Abuelo...

El aliento del abuelo se fue calmado y levantó su mano arrugada para acariciar la mejilla de Fabiola: —Estoy bien, abuelo está bien...

Los ojos de Fabiola se llenaron de lágrimas: —Abuelo, no fue mi intención. Puedes castigarme o regañarme, pero por favor, no dañes tu salud por mí.

El abuelo sonrió: —Tonta, el simple hecho de que me cuentes me hace feliz. Pero como eres mi nieta más querida, estoy preocupado por el hombre con el que te casarás. ¿Podrías presentármelo?

Fabiola, lleno de alegría, estaba a punto de aceptar, pero de repente cerró sus labios.

—¿Por qué,
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