Capítulo 332
Fabiola entendió al instante: —¿En serio?

—Sí, acabamos de preguntarle al dueño de la posada. Dijo que cada año, de las diez de la noche a las tres de la madrugada, se pueden ver las auroras boreales.

—No esperaba este regalo inesperado —dijo Fabiola con una sonrisa significativa.

Patricia, sin captar el subtexto, dijo: —¡Después de comer, podemos ir a esperar afuera!

—Claro —respondió Alejandro rápidamente.

Mirando las caras llenas de anticipación de los dos, Fabiola sonrió ligeramente y, al girar la cabeza, vio la sonrisa indulgente de Benedicto.

Cualquier duda que tuviera en su corazón fue completamente disipada por la ternura en sus ojos.

¿Por qué debería confiar en un extraño y dudar de su propio hombre?

—¿En qué piensas? —Benedicto apartó el cabello de la cara de Fabiola, preguntando con una sonrisa.

Fabiola sacudió la cabeza.

Después de cenar, ya eran más de las nueve, y el grupo paseó por el vestíbulo.

Estaba lleno de gente, que también esperaba ver las auroras boreales.

Justo
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