Capítulo 168
Justo en ese momento, la voz reacia de Cedro sonó desde la entrada: —Abuelo, he vuelto.

Al ver a Fabiola al lado del abuelo, se quedó sorprendido.

Fabiola, vestida profesionalmente, había dejado atrás su antigua cautela y timidez, irradiando la confianza y elegancia de una mujer en el mundo laboral, brillando con una luz que nadie podía ignorar.

Cedro tragó saliva y tomó la iniciativa de hablar: —¿Cuándo regresaste?

Fabiola respondió con indiferencia: —Hace unos días.

Luego, se dirigió al abuelo: —Abuelo, me tengo que ir.

Al pasar junto a Cedro, y debido a la presencia del abuelo, Fabiola dijo: —Señor Sánchez, ¿puede salir un momento?

El suave aroma de la joven rozó la nariz de Cedro, haciéndole palpitar el corazón. Casi instintivamente asintió.

Pero luego se arrepintió y añadió apresuradamente: —Cualquier cosa que tengas que decir, puedes decirla aquí.

Fabiola frunció el ceño y sin prestarle atención a Cedro, salió.

Cedro apretó los labios, reflexionó un momento y, a regañadientes, si
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