QUÉDATE

—Ahí está ese feo ceño otra vez—. Mencionó con una risa que sólo me hace gemir. —En serio, estoy empezando a sentir curiosidad por lo que te hace fruncir el ceño. —

Tú, imbécil.

Tengo muchas ganas de decir eso.

—Por cierto, ¿qué te vas a poner esta noche? — Preguntó al azar.

Me encogí de hombros. —¿Por qué?

—Por nada. Sólo quería asegurarme porque esta noche va a hacer frío—. Señaló. —Ponte ropa gruesa o cualquier cosa que cubra toda la piel que tengas.

Su afirmación me hizo arquear una ceja. —Puedo soportar el frío, aunque vaya desnudo, colega—. Le espeté mientras ponía los ojos en blanco. Vaya, no hace falta que me digas lo que

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