Inicio / Romántica / Besé a un CEO y ¡Le Encantó! / Capítulo 4 El problema de Kyle
Capítulo 4 El problema de Kyle
Kyle Wright se encontraba en un problema. Estaba en su despacho a las ocho de la tarde, apoyando la barbilla en el puño.

Habían pasado tres días y la imagen de la chica que lo había besado no dejaba de aparecer en su cabeza. Maldijo su situación. "¡Mierda!".

¡Justo cuando había más trabajo que hacer, alguien de quien no sabía nada lo distraía a cada rato! Se preguntó: '¿Cómo puede una chica afectarme ahora de repente? ¿Qué hace a esa chica especial?'.

Después de pensar sobre esto, cambió su postura y se apoyó en su otro puño, tratando de acomodarse.

Fue durante sus años universitarios cuando le diagnosticaron oficialmente una disfunción eréctil selectiva. Después de que su madre descubriera que nunca salía con nadie, que nunca tenía el deseo de estar con una chica en concreto y que nunca tuvo una erección, sus padres le habían hecho pasar por una evaluación médica.

Sí, el gran Kyle Wright no había tenido una erección, no desde que tenía uso de razón. Sus padres juraban que de niño había tenido una erección, pero en lo que respecta a Kyle, nunca había tenido una experiencia de ese tipo... no hasta hacía tres noches, cuando cierta dama con un vestido color zafiro lo besó de la nada.

Kyle supuso que tal vez no había nada malo en él desde el principio. Quizá los médicos se habían equivocado al concluir que tenía un problema de erección.

La verdad era que los médicos nunca habían encontrado nada malo en él. Kyle estaba tan sano como un caballo. La razón de su incapacidad para tener una erección era igualmente desconcertante para los médicos.

Por supuesto, los médicos le habían dado varios medicamentos, incluido el Sildenafil, pero antes de estar interesado en excitarse él mismo, tenía que sentirse atraído por una chica. ¡Pero eso! Eso nunca ocurrió tampoco.

La otra noche, su hermana lo había llevado a un desfile de lencería. Dicen que uno sí o sí se excita al ver mujeres sensuales en ropa interior, pero no. No había pasado nada en absoluto.

A pesar de que le presentaron mujeres hermosas, casi sin llevar nada puesto, estas tampoco le hacían ningún efecto. Nada. Kyle Wright no sintió absolutamente nada. Tampoco se sintió atraído por ninguna de las modelos, sobre todo porque todas lo miraban desde el principio. En cambio, se sintió asqueado por sus sonrisas coquetas.

Parecía que seguía enfrentándose al mismo problema que antes. No podía tener una erección, pero ¿por qué y cómo acababa de tener una con la misteriosa chica? Supuso que seguiría siendo un misterio.

Mientras Kyle se ahogaba con todos estos pensamientos, oyó que llamaban a la puerta.

Se enderezó al ver a su asistente, Mark. Vio la hora y dijo: "Ya es tarde, Mark". Tras aclararse la garganta, añadió: "Puedes irte, puedo terminar aquí por mi cuenta".

Kyle se sintió bastante culpable. Había estado allí más de una hora pensando en esa misteriosa chica cuando su asistente estaba esperando a que terminara.

"Ah, señor Wright". Mark se acercó al escritorio de Kyle y colocó una carpeta sobre su escritorio. Le explicó: "Me tomé la libertad de averiguar sobre la chica que lo besó hace tres noches. Se llama Gabriela Taylor".

Mark palmeó la carpeta y explicó: "Todo lo que necesita saber sobre ella está en este archivo".

Al ver la expresión de confusión de su jefe, Mark continuó explicando: "En mi opinión, está claramente distraído por la chica, así que conociendo lo ocupado que está, puede que no tuviera tiempo de investigarla".

Sonrió con confianza antes de continuar orgullosamente: "De momento está desempleada y he estado pensando, señor. Hemos tenido problemas con la empleada de su apartamento... ¿Por qué no contratarla para que haga el trabajo? Claro, puede que no tenga experiencia en ese campo, pero...".

"¿Qué te hace pensar que quiero saber de ella?", dijo Kyle con frialdad. Hizo una mueca y dijo: "¿Distraído? ¿Qué te hizo pensar eso, Mark? Simplemente tenía muchas cosas de las que ocuparme, incluyendo los asuntos de mi familia".

De repente, Mark se sintió arrepentido de lo que había hecho. Se preguntó si su entendimiento de las cosas era errónea, pero había conocido a su jefe desde hacía años, por lo que estaba muy seguro de que estaba... pensando en la chica del vestido color zafiro.

Sintiendo que su corazón latía más rápido, Mark inclinó la cabeza y dijo: "Perdóneme, señor Wright. Yo... yo asumí mal. No lo volveré a hacer".

"¡Tienes toda la razón, no deberías hacerlo nunca!". Kyle se levantó de su asiento y dio a entender: "¡No me interesa esa chica ni me interesará ninguna otra! ¿Lo entiendes? ¡Tengo una empresa que dirigir, miles de empleados dependen de mí para sus necesidades! ¡No tengo tiempo para tratar con mujeres!".

Tras darle un golpe con el costado de su puño a la mesa, terminó su discurso. "¡Más vale que te metas eso en la cabeza, Mark!".

"¡Sí, señor! ¡Sí, señor!". La cabeza de Mark casi había llegado a sus rodillas mientras suplicaba desesperadamente el perdón de Kyle. "No lo volveré a hacer, lo prometo".

"Ahora vete antes de que termine despidiéndote. Debes estar aquí mañana a las siete de la mañana", ordenó Kyle.

"Gracias, señor. Me iré ahora". Mark agarró el archivo en el escritorio de Kyle, pero tan pronto como lo tocó, recibió otro regaño.

"¿Qué.Crees.Que.Haces?", preguntó Kyle con sus ojos clavados en el torso de Mark.

"Eh... yo... iba a tirar la carpeta, señor", respondió Mark.

Mark tragó aire por la garganta al ver que la cara de Kyle se formaba en un ceño más profundo. Oyó a su jefe preguntar en tono dominante: "¿Crees que soy incapaz de tirarlo yo mismo? ¿Estás haciendo suposiciones de nuevo sobre lo que puedo y no puedo hacer?".

"¡No, señor! Por supuesto que no". Mark retrocedió al instante con las manos en el aire. "Lo siento de nuevo, señor Wright. Me iré ahora mismo".

En cuestión de segundos, ¡Mark salió por la puerta!

Kyle entonces tomó asiento y, por unos instantes más, sus ojos se clavaron en el expediente de su mesa.

Tras concluir que su asistente ya se había ido, tomó la carpeta y comenzó a ver el contenido.

Nombre: Gabriela Taylor

Edad: 24 años

"Cursando estudios de medios de comunicación en la Universidad de Braeton, donde se le concede una beca académica completa", leyó en voz baja. Entonces se dio cuenta de que, a pesar de su edad, aún no había terminado ningún semestre en la universidad.

Al seguir leyendo el expediente, descubrió que Gabriela compaginaba el trabajo con los estudios. Kyle entendió entonces que Gabriela debió haber cursado a propósito pocas clases para ganar dinero.

Sin embargo, al pasar a la segunda página, la puerta se abrió de repente.

"Ah, señor Wright. Su profesor de la universidad llamó y dijo...". Mark se quedó helado al ver que su jefe tiraba el expediente de Gabriela Taylor al suelo. Sus ojos pasaron de los papeles dispersos a Kyle.

Mientras estaba estupefacto por las acciones de Kyle, oyó al jefe decir: "Estaba... ¡botándolo!".

Mark no le hizo ninguna pregunta al jefe y se limitó a decir: "Eh... Claro. Por supuesto, señor Wright. Como iba diciendo, su profesor de la universidad llamó y le pidió un favor. Se preguntaba si usted podría devolverle la llamada".

"Ya veo. Le llamaré. Gracias, Mark. Ya puedes irte", respondió Kyle, fingiendo que no le importaba.

"Gracias, señor Wright". Mirando nuevamente al suelo, Mark preguntó: "¿Quiere que lo tire por usted, señor?".

Al recibir una mirada fría y penetrante, Mark se retractó inmediatamente de sus palabras: "O no". Hizo como si fuera a marcharse, pero entonces se le ocurrió recordarle a su jefe: "Señor... Um... Por si acaso se le olvidó... ¿Su basurero? Está justo debajo de su escritorio".

De repente, Mark sintió que el aire frío lo envolvía. Vio que los ojos de Kyle hacían agujeros a su cuerpo y tragó saliva.

"¡¿Quieres que te despida?! ¡Vete!". Esas fueron las últimas palabras que Kyle le dirigió a su asistente antes de que Mark finalmente abandonara el edificio esa tarde.
Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo