Capítulo 3 Kyle Wright
Kyle Wright, el recién nombrado gerente general de la Corporación Wright Diamante, la mayor empresa de la ciudad y que se está convirtiendo en una de las mejores del país.

A sus treinta años, por fin le habían dado el puesto para dirigir el negocio familiar.

Caminaba por los pasillos del Hotel el Segundo Diamante, una propiedad de la corporación, cuando vio de repente a su sobrina salir corriendo de la sala de conferencias de primer quilate.

"¡Kimberly!", llamó a la niña, pero esta corría demasiado rápido y le pasó de lado.

"¡Kyle, búscala, por favor! ¡Se enfadó porque no le compré sus dulces!". Oyó decir a su hermana gemela, Kenzie, que estaba junto a la puerta con su barriga de embarazada. "¡Por favor! Sabes que te quiero".

Solo había cuatro mujeres en su vida que tenían control sobre él: su madre, Samanta Wright; su hermana gemela, Kenzie Wright-Kentworthy; su hermana menor, Sarah Kate Wright, y su sobrina, Kimberly. Aparte de ellas, era indiferente al resto de mujeres.

Al escuchar la súplica de su hermana, respondió: "Bien. Dile a tu esposo que necesito un acuerdo con su empresa".

Vio que Kenzie le viraba los ojos y respondió: "Como si fueras a aceptar un no por respuesta. ¡Ve!".

Kyle no estaba preocupado. Todos en el hotel conocían a su familia, incluyendo a su visitante estacional de Inglaterra, la niña de cuatro años, Kimberly Kentworthy.

Su hermana, Kenzie, solía hacer el largo viaje a Ciudad Braeton cada vez que su esposo estaba de viaje de negocios, o a veces, ellos mismos como familia iban de visita.

Al llegar al vestíbulo, observó todo el lugar, intentando encontrar a su problemática sobrina. Uno de los empleados de seguridad se le acercó y le dijo: "Está en la tienda de dulces junto a la cafetería, señor Wright. Roger la ha estado siguiendo".

Kyle negó con la cabeza y se fue hacia la tienda, en donde la encontró hablando con una desconocida y con un caramelo en la mano.

Oh, él ya sabía de esas historias. Su indefensa sobrina siendo salvada por una mujer calculadora, sólo para usar a Kimberly como medio para llegar a él. Había sido el objetivo no en una, ¡sino en dos ocasiones! Le quitó el caramelo de inmediato a la niña y la regañó: "¡Nunca aceptes caramelos de una desconocida!".

Sin embargo, para su sorpresa, la mujer le dio una mirada de desaprobación y lo acusó: "¡Señor, tiene que cuidar de su hija! ¿Cómo pudo perderla de vista? ¡Qué padre tan irresponsable!".

¿Un padre irresponsable? Las cosas no sucedieron como él pensaba. Estaba listo para humillar a la mujer del vestido de color zafiro, pero en lugar de eso, lo habían malinterpretado.

Por primera vez en su vida, se quedó sin palabras frente a una mujer y, antes de que pudiera defenderse, la misma chica le dio la espalda y se fue sin decir otra palabra.

Le sorprendió que ni siquiera intentara coquetear con él, ni por un segundo.

"¡Tío! ¡Espantaste a la hermana mayor!", dijo su pequeña sobrina con el ceño fruncido. "Era amable... muy amable".

"Seré yo". Con la frente arrugada, contestó débilmente: "Seré yo quien juzgue eso".

Regresó a su reunión familiar del evento anterior y recordó a ratos en su cabeza lo sucedido. La chica del vestido color zafiro se convirtió de repente en un misterio para él.

Después de tener una buena cena, Kimberly chocó con uno de los meseros, lo que hizo que este derramara accidentalmente una bebida en la chaqueta de Kyle.

"¡Oh, lo siento, señor Wright! Yo…". El mesero tenía miedo de perder su trabajo y tartamudeó mientras decía: "Déjeme... déjeme tomar su chaqueta y mandarla a limpiar, señor".

"Está bien". Desde su mesa, Kyle se quitó la chaqueta y se la entregó al mesero. "Después de limpiarla, llévala a mi apartamento".

El apartamento de Kyle Wright estaba en el último piso. Vivía solo desde que cumplió veintiséis años. Solo se veía con sus padres los fines de semana o en cenas especiales en alguno de los Hoteles Diamante.

"¿Estás bien, Kyle?", preguntó su madre, Samanta, desde el otro extremo de la mesa redonda.

"Estoy bien, madre", respondió él mientras notaba que su teléfono sonaba.

Había estado esperando a que su asistente, Mark Esperanza, le llevara unos documentos para firmar. Miró a sus padres y hermanas, y dijo: "Tengo que cambiarme y ver a Mark en el vestíbulo".

Cuando salió hacia el vestíbulo con solo su camisa blanca, podía ser confundido fácilmente por uno de los empleados del hotel. Encontró a su asistente, y éste ya tenía los documentos colocados en la barra del bar.

"Buenas noches, señor Wright. Lamento llegar tarde. Aquí están los documentos corregidos", dijo su asistente, Mark.

Los dos hombres permanecieron de pie junto a la barra. Kyle revisó brevemente los documentos y, tras ver que se habían hecho las correcciones, firmó y se lo entregó a su asistente.

"No quiero que se repita el mismo error, Mark. Confío en que revises estos documentos una y otra vez antes de que lleguen a mi mesa", le recordó Kyle con las manos en la cintura.

Mark, aún vestido con su traje de oficina, tragó aire por la garganta. Se sentía afortunado de que su jefe le diera una segunda oportunidad. Asintió repetidamente y aseguró: "No volverá a pasar, señor Wright. Gracias por su consideración".

Kyle estaba a punto de subir a su apartamento y despedirse de su asistente cuando oyó la voz de una mujer a lo lejos: "¡Hola, guapo!".

Se dio la vuelta y vio a la misma chica que lo había acusado de padre irresponsable, pero a diferencia de antes, la chica parecía alegrarse al verlo.

Kyle se dio cuenta inmediatamente de lo diferente que estaba a comparación de un rato atrás. Su cara estaba sonrojada y tenía esa sonrisa amigable y ojos brillantes. Todo claramente para él.

La mujer del vestido color zafiro caminó con facilidad hacia él y le suplicó: "Necesito tu ayuda. Ayúdame, ¿quieres?".

Su mente le dijo que se opusiera, que la apartara. Pero sus ojos estaban pegados al pequeño rostro y a los deliciosos labios de ella.

Sin esperar su respuesta, ¡la chica le sujetó la cara con una mano y lo besó sin rodeos!

Tras sentir la suavidad de los labios de la mujer, ¡sintió que su corazón se aceleraba!

A excepción de la sensación de pálpitos en su pecho, sintió que todo a su alrededor quedaba en silencio.

Respiró profundamente y saboreó aquel aroma floreciente, procedente de la chica.

¡Sus ojos se cerraron involuntariamente mientras se encontraba saboreando el breve pero inquietante beso!

Cuando el beso terminó, los ojos de Kyle lucharon por abrirse. Cuando lo hizo, vio su entorno borroso, y lo único claro era el hermoso rostro de la mujer.

Kyle se encontró totalmente sorprendido. Sintió una hinchazón imprevista en sus pantalones, ¡cosa que no había experimentado desde su adolescencia!

La vio sonreírle y la oyó decir: "Sé lo sorprendente que es besar a una belleza como yo... Pero considéralo como un bono. Debes haber trabajado mucho esta noche".

"Gracias de nuevo, guapo". La chica sacó rápidamente cinco dólares de su bolso, los metió en el bolsillo de la camisa del hombre y dijo: "Tu cuota por tu servicio. Adiós. Que tengas un buen turno".

A pesar de ver a la chica alejarse, Kyle permaneció quieto, incapaz de comprender el extraño y abrumador deseo que acababa de experimentar.

Mientras tanto, todo el tiempo, su asistente, Mark, había tenido una mano sobre su boca. Cuando la mujer se marchó, miró a Kyle sorprendido.

Después de trabajar con Kyle por más de cuatro años, Mark Esperanza finalmente había sido testigo de cómo su jefe se debilitaba en presencia de una mujer. Sus ojos se abrieron de par en par mientras decía lentamente: "Señor Wright... usted... usted... besó a una c-h-i-c-a".

Kyle simplemente ignoró las palabras del asistente. Miró hacia la parte inferior de su cuerpo y lo vio claramente. Cayó en la cuenta de que, por primera vez desde que tenía uso de razón, había experimentado lo que se sentía... tener una erección.
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