Al colgar el teléfono, Mo Tingfeng se deprimió un poco.

No es que nunca hubiera considerado lo que Jin Fengchen le advirtió, pero la boca de Vivian era demasiado difícil de abrir.

No importaba si la intimidaba o la consentía, Vivian seguía actuando a su manera y era difícil comunicarse.

Al ver esto, Qin Wushuang se le acercó y le preguntó: “¿Qué pasó?”.

“Wushuang, ¿en serio no hay forma de hacer hablar a Vivian?”. Mo Tingfeng estaba frustrado.

Qin Wushuang guardó silencio por un momento: “Encontraré la manera lo antes posible”.

“De acuerdo, gracias”.

Diciendo esto, Mo Tingfeng estaba a punto de irse.

Qin Wushuang miró a su espalda, y de repente tuvo un momento de inspiración. “¡Espera! ¡Tengo una idea!”.

Mo Tingfeng se dio la vuelta y la miró inesperadamente. “¿Qué idea?”.

“¡Podemos engañarla!”.

“¿Engañarla? ¿Cómo?”, preguntó Mo Tingfeng confundido.

Qin Wushuang hizo un gesto, y Mo Tingfeng tácitamente se agachó y le dio la oreja.

Tras susurrar, Qin Wushuang se quedó qui