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Rancagua, diciembre, 1975. Primero fue el viento, más tarde el cielo y el resto de sus vecinos que tenían una postura perniciosa sobre Sofía. Algunos pensaban que la joven era tosca, que su cuerpo era grande para ser una mujer que nunca se iba a casar en su vida. Esas fueron algunas de las palabras repulsivas que decían a su espalda. No puedo dejar de entender que todavía estas viejas locas conservaban por generaciones en sus cabezas ideas tradicionales y absurdas a una descendencia que estaba tratando de olvidar el patriarcado. Esas mismas que no querían despegarse, ya que tenían miedo a perder el pasado, memorias dejadas por sus ancestros vascos españoles. Esa misma que asechaba en la noche en cada sueño como una pesadilla. Yo no podía entender por qué la miraban de esa forma. Ya estábamos en 1975 y, la gente todavía tenía caca en sus cabezas, creyendo en bobadas que, por una parte, algunos no se podían despegar de esas ideologías de como debe ser una mujer
Le dimos el nombre La Mujer Maravilla. ¿Por qué? Esa pregunta era muy fácil de responder, hasta que un día ella se manifestó. Ninguno de nosotros pudo entender su origen, de donde salió u cómo se originó. Sofía tenía una fuerza y destreza increíble. Cuanto más la conocíamos, más nos dábamos cuenta de su talento. Ni siquiera los adultos lo podían negar, pero la otra gente que la miraba con otros ojos de guarro no la veían de esa forma. Incluso su padre y, sus hermanas nunca la aceptaron, empujando a quedarse en la oscuridad como si no existiera. Creo que sentían un tipo de repudio en contra de ella. Yo por otro lado, tenía ganas de pegarle un puñetazo a cualquiera que la ofendiera, pero con la fuerza que posee no había necesidad de protegerla. Ella podía defenderse sola, en cualquiera momento. Sofía contó muchas veces que, discutir o actuar violenta no era la solución y, como resultado no había razón en crear una batalla o una guerra de hostilidades con
Juan todavía sentía un rencor en contra su mujer, al parecer el diablo se le había entrado en su cabeza por la noticia. Victoria, su señora, se dio cuenta de que ese odió se inició el primer día cuando supo que estaba embarazada. Su marido trabajaba para la compañía minera, donde los sueldos privados estaban más altos que los ingenieros, abogados y hasta el alcalde que en los sesenta era una profesión de servicio a la comunidad. Todo comenzó cuando la madre de Sofía se cansó del maltrato de su marido y, decidió alejarse de él. Trato muchas veces de ayudarlo, pero sus esfuerzos no la condujeron a salvar su matrimonio en esos momentos. —Escúchame. Dé
15 de noviembre de 1975. Ese último día del colegio, el mismo día que salíamos de vacaciones, Sofía y yo aguardábamos en el paradero de buses. Eran casi las siete de la tarde y, no nos dimos cuenta de que los colectivos habían parado sus recorridos. Ya enteraban más de veinte minutos aguardando la locomoción en la esquina a unas cuadras del colegio, cuando comencé a preocuparme y a insistirle a Sofía que teníamos que salir de ahí. Yo trataba de mantener la calma, pero no pude contenerme más y volvió a expresarme. —Estoy muy preocupado, algo paso. —Manifesté con preocupación. —Tienes toda la razón, me parece
****** Bajo las colinas: Sofía de Carmen Rodriguez https://www.a****n.es/dp/B09PNZGCBF/ref=cm_sw_r_tw_dp_Q0MPTK7887VDZ4CXD2V8 ****** Lorem ipsum dolor sit amet, consectetuer adipiscing elit. Aenean commodo ligula eget dolor. Aenean massa. Cum sociis natoque penatibus et magnis dis parturient montes, nascetur ridiculus mus. Donec quam felis, ultricies nec, pellentesque eu, pretium quis, sem. Nulla consequat massa quis enim. Donec pede justo, fringilla vel, aliquet nec, vulputate eget, arcu. In enim justo, rhoncus ut, imperdiet a, venenatis vitae, justo. Nullam dictum felis eu pede mollis pretium. Integer tincidunt. Cras dapibus. Vivamus elementum semper nisi. Aenean vulputate eleifend tellus. Aenean leo ligula, porttitor eu, consequat vitae, eleifend ac, en
Sábado, 21:10 PM horas. Terminamos todos en un restaurante en el centro de la ciudad. Aunque, Eric y Alberto se fueron un poco antes a la casa, nosotros decidimos quedarnos por algunas horas. No pudimos decir nada en frente de ellos y menos mencionar los planes que teníamos para encontrar a Sofía. Ana, Miguel, Antonio y yo trabajábamos en como íbamos a llegar al lugar donde tenían a Sofía. Teníamos una vaga idea donde estaba, después de ver el mapa días atrás sabíamos que quedaba a las afueras de Linares. —¿Dónde esta Antonio? —Pregunte, cuando miraba en diferentes direcciones en todo el local. —Fue al baño. No te preocupes. Ya vuelve. —Contesto Ana. —Hay viene. Como te dije… —Volvió hablar Ana. —¿Dónde estabas? Yo le pregunte. —En el baño, pero también estuve hablando con el camarero que nos atendió. Me dijo donde quedaba el lugar. Creo que lo llaman Colonia dignidad. Dijo que la única posibilidad de llegar es en auto, no hay
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