Capítulo 47
—¡Y él no movería ni un dedo por ella!

—Ya, ya, dejen de envidiarme —la voz melosa de Jenny destilaba presunción—. De todas formas, conozco a muchos jóvenes ricos de la alta sociedad. En algún momento le diré a Miguel que organice algo para presentárselos. ¡Quién sabe, tal vez encuentren a su media naranja!

Laura respiró hondo, conteniendo el dolor en su pecho. Miguel cumplía cada capricho de Jenny; tal vez hasta le bajaría las estrellas del cielo si ella se lo pidiera.

Después de un rato de estar adulando a Jenny, el grupo finalmente se marchó.

Laura se masajeó las sienes mientras salía de su cubículo y le mandó un breve mensaje a Manuela pidiéndole que le alcanzara su bolso. Una vez que lo tuvo en sus manos, se fue.

Esa noche, el espectáculo de fuegos artificiales en Santa Clara fue algo sensacional. Todos se enteraron de que una mujer llamada Jenny había sido extremadamente consentida por su prometido.

Laura se acurrucó en su cama, abrazando con tristeza las cobijas, y no logró conc
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