Capítulo 428
Santiago miraba a Samuel con una ternura que desbordaba de sus ojos. Durante estos tres años, se había entregado por completo al niño, queriendo tratarlo como a su propio hijo, con todo su corazón.

—¡Papá, ven! —la dulce voz infantil de Samuel interrumpió los pensamientos de Santiago. Al volver en sí, vio al pequeño agitando sus manitas regordetas, con un brillo de expectación en sus ojos.

Santiago inconscientemente apresuró sus pasos. Se detuvo y bajó la mirada para encontrarse con los ojos de Samuel.

—Te dije que no fueras tras mamá —sonrió Samuel—. ¿Ahora lo entiendes? Cuando trabaja, ¡no reconoce ni a su propia familia! ¡Ni siquiera yo, su querido hijo, puedo hacer nada al respecto!

Luego señaló el asiento vacío a su lado, con una intención más que clara: ¡quería que se sentara allí!

Santiago se sentó.

—Mamá siempre es así, cuando trabaja se olvida del tiempo, ni siquiera se acuerda de comer —suspiró Samuel, con una mezcla de resignación y preocupación en su rostro—. Ella siempre d
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