Capítulo 395
Mario pensaba que si la señorita Sánchez realmente había caído al mar, sería imposible encontrarla. Sin embargo, mantuvo estos pensamientos para sí mismo, temeroso de enfurecer al señor Soto.

—Ve a ocuparte de esto inmediatamente. Pediré al chofer que me lleve a casa —ordenó Miguel.

Mario se apresuró a salir. Las órdenes del señor Soto debían cumplirse sin cuestionar.

Miguel apartó las sábanas y se dirigió al baño. Mientras se tocaba la marca de la bofetada, recordó el rostro de Patricia, desgarrado por el dolor y la ira —una emoción demasiado genuina para ser fingida.

Si Laura estuviera viva, seguramente Patricia lo sabría.

Y si Laura estuviera muerta...

Miguel no se atrevió a completar el pensamiento. Abrió el grifo rápidamente y se echó agua fría en el rostro, intentando aclarar su mente.

Después de asearse y vestirse, el chofer ya había llegado.

De vuelta en casa, la habitación estaba limpia, con un suave aroma en el aire. Sus ojos se posaron en aquella corbata nuevamente, mientras
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