Capítulo 231
Ahora Laura ya no sentía nada por él, y esto le resultaba irritante.

Ni siquiera entendía qué le estaba pasando.

El sonido del celular interrumpió sus pensamientos. Miguel atendió la llamada.

—Señor Soto, encontramos a los otros dos mercenarios, pero... les arrancaron la lengua brutalmente y les quebraron las extremidades. ¡Son prácticamente muertos vivientes! No pueden hablar ni escribir, ¡no hay forma de sacarles información! Quien hizo esto es verdaderamente despiadado —la voz al otro lado del teléfono sonaba algo vulgar—. Por cierto, señor Soto, ¿le preguntó a su esposa sobre su maestro como le pedí? ¿O todavía no han hecho las paces?

El tono final denotaba cierta burla maliciosa.

Miguel soltó un resoplido frío. —Mi relación con mi esposa va perfectamente, ¿cuándo no ha sido así?

Pero en su interior no pudo evitar preguntarse: ¿en qué momento su relación con Laura había empezado a deteriorarse?

Probablemente desde la primera vez que ella mencionó el divorcio.

—Sí, sí, claro, su rel
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