Capítulo 151
Mario no se atrevía a decirle este tipo de as cosas al señor Soto.

De vuelta en su oficina, cerró la puerta para llamar a Santiago.

Después de la llamada, suspiró aliviado y fue a reportarse a la oficina del presidente.

Tras el breve informe, volvió de inmediato a sus tareas.

Si bien su salario era alto, la intensidad del trabajo era enorme, disponible las 24 horas.

Estaba ocupado, agotado, y con el mal humor reciente del señor Soto, frecuentemente trabajaba hasta tarde, perdiendo tanto cabello que temía quedarse calvo antes de los treinta.

Apenas llegó la hora del almuerzo, apagó su computadora y fue directo a la oficina del presidente.

—Señor Soto, ¿podemos irnos ya?

El señor Montero había reservado el restaurante para las doce, lo había especificado por teléfono.

Incluso saliendo ahora, llegarían después de las doce.

—Cuando termine este documento —Miguel continuó leyendo concentrado sin levantar la vista.

Mario permaneció de pie, inmóvil como una estatua.

—Por cierto, desde este me
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