La mañana siguiente, Agatha despertó con una extraña sensación en el estómago. El cuaderno de Samer, aún descansando en su mesa de noche, parecía más pesado de lo que realmente era. El gesto de la noche anterior había sido simple, pero de alguna manera, había dejado una huella que no podía ignorar. La invitación a compartir algo tan personal con él era un recordatorio de la relación que estaban empezando a construir, una relación que comenzaba a desafiar sus expectativas y miedos.Pero hoy no era solo un día de reflexiones. Mientras se preparaba para salir, la realidad del día a día la alcanzó. Había trabajo por hacer, decisiones que tomar, y aún un par de cosas por resolver. El cuaderno, aunque importante, tenía que esperar.El sol de la mañana entró por la ventana de su apartamento, dándole una sensación de calidez que la reconfortaba. Tomó una taza de café y se sentó frente a su escritorio. El día de ayer, con su paseo y las palabras de Samer, había sido importante, pero Agatha sab
El día siguiente transcurrió de manera rutinaria para Agatha, aunque la conversación de la tarde anterior con Samer seguía rondando en su mente. Sabía que la sinceridad que él le había mostrado era un paso hacia adelante en su relación, pero también sentía una creciente incertidumbre. El peso de sus palabras no se desvanecía con facilidad. Algo en su interior le decía que lo que Samer había compartido era solo la punta del iceberg. El hecho de que hubiera decidido revelarse ante ella de esa manera implicaba que había más de lo que había contado, y eso, de algún modo, la dejaba inquieta.Agatha intentó centrarse en el trabajo. Había proyectos que debían ser entregados, informes que necesitaban su atención, pero su mente se encontraba constantemente viajando hacia Samer. No podía sacárselo de la cabeza. La verdad de su pasado, aunque aún inconclusa, había abierto una brecha, una que ella sentía que debía explorar más a fondo.Por la tarde, Agatha decidió hacer algo que no solía hacer. E
El ambiente en el café se había transformado. La tensión que había flotado en el aire desde que Samer comenzó a hablar sobre su pasado ahora se había asentado como una niebla densa entre ellos. Agatha sentía que la conversación había cambiado la dinámica entre ellos, de manera irrevocable. Había llegado un punto donde ya no existían medias verdades. La verdad estaba ahí, en la mesa, y ahora debía decidir qué hacer con ella.Samer parecía más relajado ahora que había hablado de su oscuro pasado, pero aún mantenía esa aura de vulnerabilidad que Agatha no había notado antes. Esa fachada de hombre seguro, imparable y calculador se había desmoronado con sus palabras. Y aunque la información que había compartido era grave, había algo en su mirada que le decía a Agatha que, en el fondo, Samer deseaba algo más que una simple absolución. Quería comprender, ser comprendido, y, sobre todo, encontrar una forma de liberarse del peso de sus errores pasados.Agatha no sabía cómo reaccionar exactamen
Agatha abrió los ojos con dificultad, sintiendo una presión punzante en su cabeza. El aire a su alrededor era denso, impregnado del perfume de flores exóticas, algo que nunca había olfateado antes. Al parpadear, la luz tenue que se filtraba a través de las cortinas de seda la cegó momentáneamente. Se incorporó lentamente, su corazón latiendo con fuerza mientras sus recuerdos comenzaban a fluir de manera desordenada.El último recuerdo claro era de la oscuridad, el sudor frío en su frente mientras la capturaban. La sensación de manos fuertes sujetándola, arrastrándola hacia una furgoneta. El pánico la envolvió como una niebla espesa y aterradora. Intentó recordar más, pero su mente estaba borrosa. Un destello de luz hizo que su mirada se centrara en la habitación que la rodeaba.Todo era de una elegancia abrumadora. La habitación tenía paredes de mármol, y el mobiliario era una mezcla de modernidad y antigüedad, con muebles tallados a mano que podrían haber sido sacados de un museo. Un
Agatha avanzó con cautela por el pasillo, sus pasos resonando en el silencio como un eco de su creciente ansiedad. Las paredes estaban adornadas con cuadros de paisajes impresionantes y retratos de personas que no reconocía. A pesar del lujo y la belleza que la rodeaba, su corazón seguía latiendo con una mezcla de miedo y determinación. La idea de estar atrapada en una mansión tan extravagante no podía calmar la inquietud que la invadía.Al final del pasillo, una gran puerta de madera oscura la esperaba, casi como un portal a lo desconocido. Se detuvo un momento, conteniendo la respiración, antes de empujarla lentamente. La puerta chirrió, y Agatha sintió que el sonido resonaba en su pecho.El espacio que se abría ante ella era un salón vasto y opulento. Un gran candelabro de cristal colgaba del techo, iluminando el lugar con una luz cálida y suave. Los muebles eran lujosos, con tapices que parecían haber sido traídos de algún palacio europeo. Pero Agatha no podía permitirse distraers
El silencio en la mansión era ensordecedor, interrumpido solo por el suave susurro del viento que se colaba por las rendijas de las ventanas. Agatha se quedó en el salón, luchando por controlar el torrente de emociones que la abrumaban. La conversación con Samer había sido intensa, y su presencia, aunque desconcertante, había despertado algo en ella: un deseo de lucha.Mientras la ira se calmaba en su interior, Agatha decidió que no podía permitir que su situación la dominara. No iba a ser una prisionera en el lujo. Necesitaba un plan, una forma de recuperar su libertad. Caminó de un lado a otro, cada paso resonando en el mármol frío, mientras su mente se llenaba de recuerdos de su vida anterior.Imágenes de su hogar en Italia comenzaron a desdibujarse. Recordó la calidez del sol en su piel mientras paseaba por las calles de Roma, la risa de sus amigos en las terrazas de los cafés. Había sido una vida llena de sueños y aspiraciones. Pero ahora, esos recuerdos se sentían lejanos, como
La atmósfera en la mansión se tornó tensa tras la declaración de Samer. Agatha podía sentir que estaba en un juego, uno cuyas reglas aún no entendía del todo. La forma en que él había mirado sus labios mientras hablaba la hizo cuestionarse qué parte de su rechazo lo había intrigado. ¿Era un desafío para él? La confusión se instaló en su pecho, pero sabía que no podía permitir que eso la distrajera de su verdadero objetivo: encontrar una salida.“¿Qué quieres decir con ‘juguemos juntos’?” preguntó Agatha, su tono desafiante. Se acercó un poco más, desafiando la distancia entre ellos. “Porque yo no tengo intención de dejar que esto se convierta en un juego.”Samer sonrió, esa sonrisa que hacía que su corazón se acelerara y su cabeza se llenara de confusión. “Todo en esta vida es un juego, Agatha. Y en este juego, debemos aprender a jugar nuestras cartas correctamente.” Su voz era profunda, como el suave murmullo del mar.“¿Y cuál es tu carta?” preguntó ella, cruzando los brazos en un ge
Los días se convirtieron en una extraña rutina. Agatha se despertaba cada mañana en la lujosa habitación que Samer le había proporcionado, un espacio decorado con elegancia que contrastaba drásticamente con el caos que había invadido su vida. Sin embargo, a pesar de la belleza que la rodeaba, se sentía atrapada en una jaula dorada.Decidida a recuperar parte del control que había perdido, Agatha comenzó a explorar la mansión a solas durante las horas en que Samer estaba ocupado. Cada rincón del lugar parecía tener una historia, un secreto esperando ser descubierto. Mientras recorría pasillos interminables y escaleras adornadas con artefactos costosos, su curiosidad se convirtió en una herramienta para enfrentar su ansiedad.Un día, mientras examinaba una biblioteca repleta de libros antiguos, Agatha se encontró con un diario polvoriento escondido en un estante alto. Al abrirlo, su corazón dio un salto. Las páginas estaban llenas de garabatos, pensamientos dispersos y reflexiones sobre