La mansión estaba sumida en un silencio inquietante, pero para Samer, ese silencio era una amenaza más que un alivio. Después de la conversación con Khaled, no había dejado de pensar en las implicaciones de lo que habían descubierto. La vigilancia constante significaba que quien estuviera detrás de esto los tenía en el punto de mira, esperando el momento perfecto para atacar.Samer caminaba por los pasillos oscuros, cada sombra y cada rincón bajo su escrutinio. Había reforzado la seguridad, pero eso no le impedía sentir un nudo constante en el estómago. La mansión, que solía ser su refugio, ahora parecía una prisión vigilada.Llegó a la habitación de Agatha y se detuvo frente a la puerta. La duda lo atacó brevemente, pero la necesidad de verla superó cualquier vacilación. Giró el pomo y entró con cuidado, asegurándose de no hacer ruido.Agatha estaba profundamente dormida, su cabello extendido sobre la almohada, su respiración suave y regular. La imagen de tranquilidad contrastaba con
El sonido de las alarmas continuaba resonando, llenando la mansión con una tensión palpable. Agatha permanecía en la sala, abrazándose a sí misma mientras miraba hacia la dirección por donde Samer había desaparecido. Su instinto le decía que algo grande estaba ocurriendo, algo mucho más peligroso de lo que Samer estaba dispuesto a admitir.Por un momento, pensó en seguirlo, pero las palabras de advertencia de Samer seguían resonando en su mente: "No te muevas hasta que te lo diga." Su corazón luchaba contra su lógica, pero decidió quedarse donde estaba.---En el perímetro norte, Samer y Khaled lideraban a un grupo de hombres armados que se movían con precisión militar. La tecnología de vigilancia mostraba actividad, pero no lograban identificar con exactitud a qué se enfrentaban.—¿Qué tenemos? —preguntó Samer mientras Khaled revisaba los monitores portátiles.—Una figura cruzó el perímetro hace dos minutos, pero desapareció justo antes de que las cámaras lograran un registro claro.
Samer avanzó con decisión, apuntando su arma directamente hacia el intruso. Su presencia llenó el sótano con una mezcla de furia y control calculado. Agatha, inmóvil, sentía su corazón golpear con fuerza en el pecho, dividida entre el alivio de verlo y el terror que aún la envolvía.—Te di una orden, Agatha —dijo Samer sin apartar la vista del extraño, su tono firme pero cargado de preocupación—. ¿Por qué no te quedaste donde era seguro?—Vi a alguien... No podía ignorarlo —balbuceó, sus palabras entrecortadas por el miedo.El hombre de negro soltó una carcajada seca, sus ojos evaluando a Samer con frialdad.—Así que tú eres el famoso Samer. He oído mucho sobre ti.Samer no respondió, pero su dedo descansó peligrosamente cerca del gatillo.—No tienes idea de lo que acabas de desencadenar al entrar aquí —respondió con voz baja y cortante—. Habla, ¿quién eres y qué buscas?El intruso alzó las manos lentamente, en un gesto burlón de rendición.—Solo quería conocerte, saber si la fama que
La tensión en la casa de Samer era palpable. Después del incidente en el sótano, la seguridad se duplicó. Cada movimiento dentro y fuera del perímetro era monitoreado, y los guardias patrullaban en turnos estrictos. Aun así, Samer sabía que la amenaza no había desaparecido; solo se había escondido más profundamente en las sombras.Khaled se sentó frente a Samer en su despacho, revisando un informe que acababa de recibir. Su expresión era grave.—El intruso no dejó rastros claros —dijo Khaled, dejando el informe sobre el escritorio—. Pero logramos identificar algo.Samer alzó una ceja, esperando que Khaled continuara.—Llevaba un dispositivo que solo usan ciertas redes de mercenarios en Oriente Medio. Este tipo no era un ladrón común; fue contratado.—¿Por quién? —preguntó Samer con voz fría, sus dedos tamborileando sobre el brazo de la silla.—Todavía no lo sabemos, pero el mensaje es claro: quieren que sepas que pueden alcanzarte, sin importar cuán protegido estés.Samer asintió lent
Los días siguientes se sucedieron con una calma engañosa. La seguridad seguía reforzada, y el personal de la casa se mantenía en alerta constante, pero la sensación de que algo más estaba por venir no abandonaba a Samer. Ni a Agatha.La mañana amaneció clara, el sol iluminando los jardines perfectamente cuidados. Agatha decidió salir a caminar para despejar su mente. El aire fresco le ayudaba a calmarse, aunque sabía que la tranquilidad que sentía era solo una ilusión.Mientras cruzaba uno de los senderos, vio a Khaled hablando con dos de los guardias. Cuando él notó su presencia, se disculpó con los hombres y se acercó.—¿Todo bien, señorita Agatha? —preguntó, con un tono amable pero profesional.—Sí, solo necesitaba algo de aire —respondió ella, deteniéndose a su lado—. ¿Hay alguna novedad?Khaled dudó por un momento, pero finalmente negó con la cabeza.—Nada fuera de lo común, pero seguimos atentos.Agatha lo observó por unos segundos, notando el cansancio en su rostro. Todos estab
Samer permanecía inmóvil frente a la pantalla, con los ojos fijos en la imagen de Agatha que había aparecido al final de la transmisión. Aunque su postura transmitía control, su mandíbula apretada y sus puños cerrados revelaban una tormenta interna.—Khaled, quiero saber quiénes son y cómo lograron esta transmisión —ordenó, su tono grave y autoritario.—Ya estamos rastreando la señal, pero parece que utilizaron múltiples proxies. No será fácil, pero lo encontraremos —respondió Khaled con calma, aunque sus ojos también reflejaban tensión.Agatha, que hasta ahora había permanecido en silencio, dio un paso adelante.—¿Qué quieren de ti, Samer? —preguntó, enfrentándolo directamente.Él giró hacia ella, sus ojos oscuros encontrando los de ella con una mezcla de determinación y preocupación.—Quieren dinero, poder o algo que yo no estoy dispuesto a entregar —respondió, su voz baja pero cargada de significado.—Entonces estoy en peligro por estar cerca de ti —concluyó ella, cruzándose de bra
De regreso en la casa, la tensión se sentía en cada rincón. Khaled había desplegado todas las medidas de seguridad posibles, pero Samer sabía que no podían quedarse mucho tiempo en un solo lugar. Los enemigos ya habían demostrado ser astutos y estaban dispuestos a todo para conseguir lo que querían.Agatha, sentada en el sofá del salón, repasaba las fotos y documentos que Samer había traído del almacén. Ver su propia imagen entre los objetivos la hacía sentir vulnerable, pero también encendía una chispa de rabia que no podía ignorar.—No entiendo cómo pudieron obtener estas fotos —dijo, rompiendo el silencio.—Tienen recursos, probablemente alguien nos ha estado vigilando desde hace tiempo —respondió Samer, acercándose con una taza de café en la mano—. Lo importante es que ahora sabemos que su objetivo principal soy yo, y tú eres su forma de presionarme.Agatha dejó los documentos sobre la mesa y lo miró fijamente.—¿Entonces qué hacemos? No podemos seguir esperando a que hagan el pró
El amanecer trajo consigo una calma inquietante. El refugio permanecía en silencio, roto únicamente por el suave zumbido de los equipos electrónicos. Khaled, siempre madrugador, revisaba por última vez los archivos obtenidos, mientras Samer y Agatha intentaban recargar energías tras la intensa noche.Agatha, sin embargo, no lograba conciliar el sueño. Se levantó y caminó hacia la sala de operaciones, donde encontró a Khaled observando las grabaciones.—¿No has dormido? —preguntó, acercándose.Khaled negó con la cabeza, sin apartar la vista de la pantalla.—No hay tiempo para descansar. Descubrí algo importante.Agatha frunció el ceño y se inclinó sobre el respaldo de su silla.—¿Qué encontraste?Khaled pausó el video en un fotograma específico, señalando un pequeño logotipo en el maletín que uno de los hombres había llevado al café.—Ese símbolo pertenece a una empresa de transporte que, en teoría, es legítima. Pero revisando más a fondo, descubrí que es una fachada utilizada por vari