Valeria se dispuso a irse, pero notó que Iliana la seguía de cerca.—Quédate en la secretaría, no hay necesidad de que me acompañes.—Eso no va a poder ser. —Iliana respondió con seriedad—. Lo que tú necesitas es una secretaria que te cubra las espaldas, y para eso tengo que estar contigo todo el tiempo, para ayudarte en lo que necesites.Sin esperar la respuesta de Valeria, Iliana se adelantó con paso firme hacia el ascensor, abrió la puerta y se paró en la entrada para dejarla pasar a Valeria.Valeria sentía una leve molestia de cabeza, pero al ver la determinación de Iliana, le entregó las llaves del coche.Cuando Iliana llegó al garaje y vio aquel Pagani edición limitada, no pudo evitar una emoción contenida.—¿Ves? Ser chofer tiene sus ventajas, hasta coche de lujo me toca manejar, ¡yupi!Valeria no pudo contener la risa.El lugar donde vivía Irene estaba en una exclusiva zona residencial en el centro de la ciudad, hogar de estrellas y altos funcionarios del gobierno, con una seguri
Irene soltó una carcajada, clavando su mirada en el rostro de Valeria.—La chica a la que él se encontró en el hospital eras tú, la que le gusta también eres tú, Valeria. Tú lo sabes todo, ¿por qué vienes a fastidiarme? ¿Para qué voy a visitar a un hombre que no me quiere?Valeria la confrontó con una pregunta punzante.—Si sabías que no le gustabas, ¿por qué le entregaste el violín a Sergio sin pensarlo dos veces a cambio de ese video? ¿Y por qué te enfureciste hasta sentir movimientos en el vientre al verme cariñosa con Mau en el video?Viendo que Irene apretaba los labios, Valeria se inclinó ligeramente, acortando la distancia entre ellas.—Desde aquella comida en casa de doña Rosalía, cuando escuché de su boca sobre tu pasado con Mauricio, supe lo que tenías en mente.—Irene, tú nunca quisiste de verdad a Mauricio.—Estás con Mauricio porque él puede darte todo lo que deseas. También sabes que eventualmente heredará la Familia Soler y entonces podrías convertirte en la envidiada «señ
Elvira temblaba de ira.—¡Valeria, cómo te atreves! ¿No te importa que mi hijo...?—¿Quieres que tu hija muere, verdad? —Valeria la interrumpió, sacando una pastilla del bolsillo de su traje.—Val, déjame ayudarte con tu móvil.Iliana corrió hacia ella, tomando el móvil de las manos de Valeria, y enfocó el video en Irene, facilitando así que Valeria procediera con sus planes. David estaba recostado con pereza en la entrada, levantando una ceja ante la escena.Excepto por Adrián, pensó que cualquiera del departamento de secretariado que hubiera venido con Valeria habría estado petrificado al ver lo que ella estaba haciendo. Pero Iliana no solo no se sorprendió, sino que incluso se adelantó para ayudar.Qué interesante.Irene, al ver la pastilla en las manos de Valeria, se tensó.—¡No te atrevas, toca un pelo de mi cabeza y verás!Valeria no tuvo la más mínima cortesía y forzó la boca de Irene. Y Elvira, al otro lado del vídeo, al ver que Valeria hablaba en serio, empezó a gritar con deses
—Valeria, te lo suplico, deja en paz a mi mamá... —Irene le rogaba entre lágrimas a Valeria—. Acepto tus disculpas, hazme lo que quieras a mí, ¿pero por qué te metes con una anciana?...Valeria se inclinó, limpiando las lágrimas de Irene con su dedo.—¿Duele mucho, verdad? ¿Cómo tratabas a Sebastián? ¿Cómo me tratabas a mí? Si no hubieras mandado gente tras de mí, Sebastián y yo ya nos habríamos ido del país. Después de que me fui, ¿en qué te pude haber afectado?Recordó la escena de Sebastián muriendo en sus brazos, y su corazón se retorcía de dolor nuevamente.»No nací siendo despiadada, pero tengo que devolver cada golpe que me han dado, —dijo Valeria—. Irene, te has buscado esto por tu propia mano.De repente, Valeria se volvió hacia David.—¿Tienes cigarrillos?David buscó en el bolsillo de su bata blanca, sacó una cajetilla y se la pasó, mientras preguntaba curioso.—¿Para qué quieres un cigarrillo?Valeria no respondió, simplemente sacó un cigarrillo de la caja, lo encendió con un
Cuando los tres salieron de la villa, ya estaba oscureciendo. David, con pereza, bostezó y pasó su brazo sobre los hombros delicados de Iliana, dando un pellizquito en su mejilla.—Por tu jefa, me he movido todo el tarde, ¿no crees que deberías invitarme a una gran comida?—¡Claro! —Iliana lo pensó un momento—. ¿Qué te parece si te llevo a comer los camarones a la Diabla? El que probé el otro día en aquel puesto estaba de rechupete.David alzó una ceja, sus ojos como flor de durazno brillando con diversión.—Siempre que sea delicioso, no me niego.Valeria sacó su bolsa y golpeó con ella la mano de David que estaba sobre el hombro de Iliana, llevándola hacia afuera.—No te acerques tanto a David, ya te ha tocado dos veces.—No hay problema, —Iliana hizo un gesto con la mano, sonriendo—. ¡Si él es GAY, en sus ojos no soy más que su buena amiga!Valeria soltó una carcajada.David, al escuchar eso, frunció el labio. Rápidamente se acercó, atrajo a Iliana hacia sí y frotó su mejilla con fuer
Iliana no pudo superar a David, quien aprovechaba cualquier descuido para llevarse el camarón pelado a la boca, dejándola casi al borde de las lágrimas. Finalmente, resignada, solo pudo repartir el camarón, pelando uno para Valeria y otro para él. Solo así David dejó de hacer de las suyas.Después de la cena en el puesto de comida, Valeria pidió a Sergio que llevara a Iliana a casa, mientras ella tomaba un taxi al hospital.Saludó con la cabeza al guardia de seguridad de la entrada y entró en la habitación del hospital.Aunque solo habían pasado dos semanas sin visitar, Valeria sintió un aire de extrañeza al entrar en la habitación, y el hombre en la cama seguía sumido en un profundo sueño.Valeria se lavó la cara en el baño, y al salir, se sentó al borde de la cama observando en silencio al hombre.Pensó en cómo llevaba más de un mes en coma, sin signos de despertar... una tristeza sutil se apoderó de su corazón.David le había dicho que un mes era el periodo crítico, que si no desper
Con una voz ronca por no haber hablado en más de un mes, el hombre finalmente habló.David, sorprendido, se acercó rápidamente a la cama y movió su mano frente a los ojos de Mauricio, —Mau, ¿puedes ver qué es esto?Mauricio pareció entender algo y dijo tranquilamente, —He perdido la vista.El rostro de David cambió drásticamente. Aunque era un médico excepcional, eso no significaba que lo supiera todo. Le pidió a Sergio que se quedara mientras iba a buscar a un oftalmólogo.Sergio echó un vistazo a Mauricio y, sin cambiar su expresión, tomó un tenedor del armario. Se acercó a la cama y de repente trató de clavar el tenedor en los ojos de Mauricio. Pero Mauricio levantó la mano y agarró firmemente la muñeca de Sergio.Los ojos tranquilos del hombre no parpadearon.—Sergio, puedo estar ciego, pero aún puedo oír.Viendo que Mauricio no estaba fingiendo ceguera, Sergio retiró su mano y soltó una risa burlona.—¿Quién lo diría? El poderoso presidente de Grupo Soler Internacional sufre un acci
Sergio se quedó sorprendido por un momento, pero luego lo entendió. ¿Por qué se había estado burlando de Mauricio? Él y Mauricio eran igual de astutos.—Más vale que no haya contratiempos. —Sergio se puso las gafas, con un tono amenazante—. ¡Si Val sufre un rasguño, no te lo perdonaré!Cuando terminaron de hablar, David llegó apresuradamente con un doctor. Sergio se remangó para levantar a Valeria de la cama, pero Mauricio la tenía abrazada por la cintura.—¡Suéltala! No es conveniente para el doctor examinarte los ojos con ella acostada aquí.—Para examinar los ojos no hace falta subirse a la cama. —dijo Mauricio—. Ella es mi esposa.—¡Qué esposa ni qué ocho cuartos! —Sergio explotó—. ¡Eres un descarado, haciéndolo sonar tan bonito cuando solo es una relación de negocios!—Bro, cálmate, cálmate… —David empujó a Sergio hacia un lado, haciendo señas al doctor para que revisara los ojos de Mauricio—. Él no puede mover las piernas y ahora está ciego, es un discapacitado, ¿para qué discute