Valeria tomó otro puñado de higos y dijo: —Hace un momento, cuando charlaba con Sergio, me preguntó qué quería comer. Dijo que había pedido comida a domicilio, debería llegar en cualquier momento.Al oír esto, la mirada de Mauricio se endureció y un atisbo de molestia se reflejó en sus ojos.En ese instante, sonó el timbre.—Debe ser la comida —dijo Valeria, intentando levantarse. Sin embargo, Mauricio la detuvo con una mano en su hombro, insistiendo en que se quedara sentada mientras él iba a abrir la puerta.Al abrir, se encontró con el mismo repartidor de la comida del mediodía.Con ambas manos cargadas, el repartidor se apresuró a decir: —Señor Soler, aquí tiene su pedido...—Eso no lo pedí yo —interrumpió Mauricio, con voz fría y cortante—. Hazte cargo tú.La recepcionista se quedó desconcertada un instante. Y en ese breve momento de vacilación, la puerta ya se había cerrado tras él.Sacó la dirección del paquete y la revisó varias veces, estaba segura de que ese era el domicilio
No pasó ni media hora después de que Mauricio se fuera, cuando Valeria emergió del cuarto principal.Llevaba una blusa blanca de mangas cortas y jeans, sus piernas largas y esbeltas eran un contraste impresionante. Estaba recogiendo su cabello con una liga.Se la veía mucho mejor en comparación al día anterior.Sus ojos reflejaban una sonrisa sutil, pareciendo más vivaz y animada.Isabella, que no esperaba verla tan pronto, chocó accidentalmente con ella. Sorprendida, bajó la cabeza rápidamente y saludó: —Señora, buenos días.Después de recoger su cabello en una coleta baja, Valeria entró al comedor, tomó asiento y con una sonrisa inquirió: —¿Qué hay de desayuno?—Hay atole y agua de horchata, que sé que te encantan, y también preparé unos tamales —respondió la empleada.—Optaré por el atole —dijo Valeria.Isabella asintió y se dirigió a la cocina. En poco tiempo, volvió con una taza de atole caliente y unos tamales humeantes. Valeria le agradeció.Mientras Valeria saboreaba su tamal,
Valeria, al escuchar, dibujó una sonrisa en sus labios, dijo: —Irene es una violinista reconocida mundialmente. Este violín es muy valioso para ella, pensé que estarías negociando con ella al menos media hora.—A ella le aterra que Mauricio se entere —dijo Sergio mientras observaba la expresión de Valeria—. Le importa mucho Mauricio.Con una sonrisa aún más radiante, Valeria contestó: —Sí, también lo noté.Sergio y Valeria habían crecido juntos, por lo que él podía leer en su mirada lo que ella estaba pensando.Las dudas que tenía Sergio se disiparon y su ánimo mejoró notablemente.Abrió la puerta del coche, con una voz grave dijo: —Val, te llevaré a conocer a alguien que estoy seguro querrás ver.—Está bien —respondió Valeria mientras subía al coche con su violín.No sabía a quién iba a conocer y tampoco preguntó. Parecía confiar plenamente en Sergio y dejaba que él decidiera.Esa confianza hizo que Sergio sintiera un calor en su pecho.Si Valeria pudiera seguir confiando en él como e
Después de decir eso, Valeria colgó sin esperar respuesta de Teresa.Dejó su teléfono sobre la mesa y tomó un sorbo de su café con leche. Poco después, Sergio entró al jardín.Sergio se sentó junto a ella, preguntó: —¿Ya le enviaste el video a Teresa?—Sí, se enfureció cuando lo vio —los labios rojos de Valeria esbozaron una sonrisa maliciosa—. Dice que sabe por qué me casé con Mauricio. Asegura que, con mi familia en bancarrota, me considera una presa fácil.Sergio levantó su taza de café frío, dando un sorbo, dijo: —No firmaste un acuerdo prenupcial con Mauricio, por eso no te has divorciado de él.No era una pregunta, era una afirmación.—Mauricio es el líder de una de las cuatro grandes familias de Vientoluz, los Soler. Es el jefe del Grupo Soler Internacional, con una fortuna de miles de millones y mucho poder. Además, es la persona que más le importa a Irene —Valeria ya no intentó ocultar nada al ver que Sergio había atinado—. Quiero usarlo para destruir a la familia González y a
Si bien Teresa era la hija predilecta de Doña Rosalía y Mauricio siempre la había tratado con mucho respeto, ese día, Teresa sintió una amenaza velada bajo la frialdad del hombre.Teresa soltó una risa sarcástica y, deslizándose en la silla que tenía a un lado, se sentó.—Mauricio, no solo soy tu tía de sangre, si no hubiera estado de tu lado, ¿crees que habrías podido tomar las riendas de los Soler?—¿Ahora me vas a voltear la espalda por una mujer que no tiene importancia?—Ella no es cualquier mujer, es mi esposa —dijo Mauricio, reiterando con una voz serena.—Sé que tienes problemas con los Gutiérrez. Haz lo que quieras con Sergio, no me meteré. Pero no te atrevas a lastimarla.Al escuchar el nombre de la familia Gutiérrez, el rostro de Teresa se tornó aún más sombrío, y sus ojos titilaron con inquietud.—Si no fuera por Doña Rosalía, tú no estarías donde estás —le espetó Teresa—. Cuando Doña Rosalía murió repentinamente, solo Valeria estaba en el estudio. Sin embargo, ordenaste qu
Adrián fruncía el ceño, mostrando preocupación. —La subsidiaria de Nueva York está bajo el control de Teresa. Todos los clientes de allá están en sus manos. También conoce a los clientes de Grupo Soler Internacional y algunos acuerdos confidenciales. Seguramente les pasará toda esa información a Ignacio...—Mmm... no te preocupes por eso. Haz lo que tengas que hacer y ya —Mauricio contestó, con aire despreocupado.Le entregó un expediente a Adrián.—Contacta a las personas de esta lista. Coordina una cena con ellos.—Entendido.Una vez que Adrián se retiró, Mauricio sacó su celular y realizó una llamada....Poco después de las seis de la tarde, Mauricio regresó a la Mansión Serenidad.Al cambiar de zapatos y entrar a la casa, notó a Valeria recostada en el sofá, inmersa en un libro.De vez en cuando, tomaba una uva del frutero y se la llevaba a la boca.Ella vestía una falda de algodón, cómoda para estar en casa, con sus piernas reposando sobre el sofá. La falda solo llegaba hasta la
—¿No fue él quien dejó a la pequeña Laura con una fractura? Mandé a Sergio para que le rompiera brazos y piernas. Le di la misma medicina que Laura encontró en mi comida y hasta le mandé un video a Teresa.—Señor Soler, sé que Teresa es tu tía y no me atrevo a hacerle nada. Pero lo que me hicieron no fue justo y no puedo quedarme de brazos cruzados —Valeria lo miraba sin pestañear—. Señor Soler, ¿no te enfadas conmigo, verdad?Mauricio había pensado preguntarle a Valeria cuando regresara.Ahora que ella había confesado todo, él ya no sabía qué decir.Asintió sin cambiar su expresión facial —En el futuro, si necesitas algo, ve con Adrián. Trata de no involucrarte tanto con Sergio.—Entendido —dijo Valeria con una sonrisa esquinada, tomando el tazón de sopa que estaba junto a él y sirviéndole—. Esta sopa de gallina negra está buena. Bebe un poco más, señor Soler.Mauricio se detuvo mientras tomaba algo con los palillos y la miró —¿Podrías llamarme de otra manera?Estaba por hacer un come
Cuanto más furiosa se mostraba Irene, más tranquila y serena parecía Valeria.Valeria dijo, con un tono provocador: —¿Ah sí? ¿Por qué no le dices a Mauricio que la chica que conoció en el hospital hace catorce años no fuiste tú, sino yo? Me encantaría ver su reacción.—¡Valeria! —Irene exclamó con un tono de advertencia—. Te di ese violín, ¿acaso olvidaste el juramento que hiciste?—Claro que no lo olvidé y tampoco tengo intenciones de morir ahora —respondió Valeria con una sonrisa burlona.—Pero, Irene, soy más joven y bonita que tú. Además, fui yo quien se casó con Mauricio. Mientras tú, ya te convertiste en la esposa de Carlos Soler, incluso estando embarazada. ¿Crees que Mauricio tiene alguna razón para seguir pensando en ti?Las palabras de Valeria impactaban directo en el corazón de Irene.—¡Cállate! ¡Cállate! —gritó Irene.No solo Valeria escuchó los gritos de Irene, sino que también oyó claramente el sonido de algo rompiéndose al otro lado del teléfono. Eso hizo que Valeria son