Sergio estaba sentado en una mesa junto a la ventana, sus dedos esbeltos tamborileaban suavemente sobre la mesa, pero su atención estaba fija en la entrada.Al ver al mesero guiando a Valeria, sus ojos detrás de las gafas brillaron sutilmente.Cuando se acercaron, Sergio se levantó para correr la silla para ella.Sin embargo, Valeria lo ignoró, y solo al notar la caja del violín en la silla de enfrente, decidió sentarse en la silla adyacente a la mesa.Sergio, sin mostrar molestia, regresó la silla a su lugar, volvió a su asiento y le pasó el menú a Valeria.—¿Qué te gustaría comer? —le preguntó.Valeria lo miró indiferentemente, tecleó algo en su celular y lo mostró: [Yo invito esta comida, pide lo que quieras. Yo no tengo hambre].Al ver que Valeria escribía en una nota en su celular para comunicarse, Sergio se mostró sorprendido, —¿Qué te pasó en la garganta?Valeria no respondió y, poniendo su celular en la mesa, intentó tomar la caja del violín que estaba junto a Sergio.Sin embar
Valeria se quedó sorprendida.Si Adrián no estaba con ella, ¿cómo sabía que se encontraba con Sergio?Recordó lo sucedido en Floracosta y supuso que, debido a la partida de Sebastián al extranjero, Mauricio, por temor a que algo malo le ocurriera, había enviado a alguien para que la vigilara discretamente.Sacudiendo esos pensamientos, le respondió rápidamente.[Así es, estamos en el restaurante Point. Vine a recoger algo con Sergio.]Mauricio: [Llego en un momento.]Valeria estaba a punto de escribirle que regresaría pronto, pero al notar que un hombre se acercaba, simplemente respondió con un [Vale.]. Levantó la vista y vio a Sergio comer con una lentitud desesperante, casi deseaba meterle la comida directamente a la boca.Su paciencia estaba al límite, pero esperó en silencio.Cuando Sergio terminó al fin su filete, Valeria se levantó rápidamente y fue a buscar el estuche de violín que estaba en la silla de enfrente.Al abrirlo, encontró un violín de color rojizo.Aunque el violín n
Valeria se dirigió a una tienda de instrumentos, escogió un set de cuerdas y herramientas para el violín y luego llevó a Mauricio de regreso a la Mansión Serenidad.Sin embargo, al ingresar, no encontró a Laura en la cocina central.—Cuando volví y vi que no estabas, le dije a Laura que se fuera a descansar a la Villa de Esmeralda. Regresará mañana por la mañana —comentó Mauricio al notar la mirada inquieta de Valeria buscando a la empleada.Valeria quedó sin palabras y tecleó en su celular: [Cuando vivíamos en la Villa de Esmeralda, había muchos empleados y nunca te vi quejarte de ellos.]—En la Villa, los empleados nunca subían al segundo piso —respondió Mauricio con indiferencia—. Este departamento es de un solo piso y no me gusta que los empleados estén rondando por donde yo estoy.Aunque él se expresaba de esa manera, Valeria recordó una tarde lluviosa y lo que sucedió entre ellos en la sala...Sus mejillas se tiñeron de un ligero rubor.Rápidamente, se dirigió hacia la isla centr
Mauricio apartó con delicadeza la abundante melena de Valeria, dejando al descubierto la esbelta curva de su cuello.La blancura de su piel llamó de inmediato su atención, y en esos ojos, antes indiferentes, brotó un destello de deseo. Sin resistirse, se inclinó y depositó un cálido beso en su piel.Valeria se sintió desarmada, incapaz de seguir cambiando las cuerdas de su violín. Con cierta torpeza, buscó su celular y lo desbloqueó.[¿Me dejas terminar de cambiar las cuerdas? Además, acabo de cocinar, seguro huelo a comida...]—No me importa —respondió Mauricio con voz ronca, acercándose a sus labios para besarla profundamente.Con un suave movimiento, la levantó y la sentó sobre sus piernas.Valeria había encendido todas las luces del salón para cambiar las cuerdas de su violín. La luminosidad caía sobre ella, resaltando una piel más blanca que la misma luz. En su costado izquierdo, justo debajo de la cintura, lucía un tatuaje de un escorpión.Su silueta oscura parecía saltar, colocá
Tras llevar a Valeria con el jefe del departamento de Otorrinolaringología, el Doctor Julio Mendoza, éste realizó una tomografía y un examen detallado a la garganta de Valeria, incluso le pidió que intentara hablar.Sin embargo, Valeria seguía sin poder emitir sonido alguno.—Es extraño, tus cuerdas vocales parecen estar en buen estado, sin signos de inflamación o irritación. ¿Por qué no puedes hablar? —comentó el doctor Julio, quien nunca se había topado con un caso así—. Mira, te voy a recetar un medicamento, tómalo y después regresa a verme.Valeria asintió con la cabeza.Después de salir del consultorio, David acompañó a Valeria a recoger el medicamento.Una vez hecho esto, David finalmente rompió el silencio: —Val, tal vez necesitemos que dones sangre otra vez.Valeria, sorprendida, tecleó rápidamente en su celular y le mostró a David.[¿Acaso no hay una regla que dice que solo se puede donar sangre cada seis meses? Ya doné 300 mililitros la última vez, ¿no fue suficiente?]—Sí, p
Valeria tomó la partitura que había terminado la tarde anterior y empezó a tocarla.Si bien había imaginado cómo sonaría, escuchar la melodía alegre que brotaba de su preciado violín era como asistir a un festín musical.A lo largo de su aprendizaje con el violín, había compuesto varias piezas, pero muchas le sonaban desafinadas.Sin embargo, esta vez, ya fuera por su buen ánimo o la emoción que puso en ello.La primera parte de la melodía le sonó maravillosa, sumergiéndose en su belleza.Pero no estaba satisfecha con la segunda mitad, algo no sonaba bien.Mientras reflexionaba y hacía correcciones en su partitura, Laura entró al salón con un plato de frutas.—Señorita, a mí me suena bien.Comentó al ver a Valeria fruncir el ceño: —Recuerdo cuando solías poner música en la Casa Ramírez. Para mí, esta melodía suena mejor que todas las que escuché antes.A pesar de las palabras de aliento de Laura, Valeria sentía que si no estaba satisfecha con la segunda parte de la melodía, no sería un
Valeria sonrió, hablar con Laura le había dado nuevas ideas. Tomó su cuaderno y pluma y, con confianza, comenzó a modificar la segunda parte de la melodía.Mientras ella estaba ocupada, Laura discretamente se levantó y se fue.Cuando Mauricio regresó a casa después de las siete de la noche, Valeria ya había terminado de corregir la segunda mitad de la melodía.Solo quedaba grabarla cuando tuviera tiempo.Esa noche, Valeria arrojó una bomba de baño con aroma a sal marina en la bañera, tiñendo el agua de un ligero tono azul, haciéndola sentir como si estuviera sumergida en el mar.Se recostó al borde de la bañera, apoyando su mejilla con una mano, y miró hacia la ducha que estaba a solo unos metros de distancia.Mauricio estaba dentro, el agua corría por su cuerpo, mientras los ojos de Valeria recorrían cada detalle de su figura.Sin duda, él tenía un gran físico y en otros aspectos también era bastante...Después de secarse, Mauricio salió de la ducha envuelto en una toalla y al girarse
Al día siguiente, Valeria se vistió con un elegante conjunto profesional en tono gris.Llevaba una falda corta con medias, lo que dificultaba que se inclinara.Al momento de cambiar sus zapatos en la entrada, señaló un par de tacones de raso negro y miró a Mauricio con ojos brillantes.Luego de cruzar miradas por un par de segundos, Mauricio, resignado, se agachó y tomó uno de los zapatos. Valeria levantó su pie delicadamente y él, con cuidado, le ayudó a ponérselos.Valeria sonrió al ver la coronilla de Mauricio.Una vez que terminó, se inclinó para darle un beso: [¡Gracias, tío! ¡Mua!]—Tengo que ir a Costadulce por trabajo unos días —mencionó Mauricio, echando un vistazo al teléfono de Valeria antes de ingresar al ascensor.—¿Quieres que deje a Adrián contigo?Valeria negó con la cabeza, escribió: [Me prometiste que Irene no intentaría nada contra mí. Llévatelo, además, Adrián es tu secretario.]No pudo resistir preguntar: [¿Tendrás alguna cena o evento con alcohol?]—Probablemente