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Capítulo 13: Locura Desenfrenada
Al despertar al día siguiente, Valeria Ramírez bajó las escaleras con nerviosismo, solo para descubrir que Mauricio Soler no estaba, pero Adrián, el chofer, sí estaba.

—Señorita Ramírez, buenos días.—, saludó Adrián a Valeria, —El señor me pidió antes de irse que te llevara a comprar algo de ropa en un rato.

—Está bien.—asintió Valeria, aunque con cierta duda en su corazón.

Si ese hombre no estaba interesado en su cuerpo, ¿por qué estaba siendo tan amable con ella?

Después del desayuno, Adrián llevó a Valeria al centro comercial más grande de la ciudad.

Le pidió a Valeria que diera una vuelta mientras él buscaba un lugar para estacionar.

Debido a la muerte de su abuela, Valeria se encontraba algo distraída mientras caminaba por la tienda.

—Señorita, estos son los nuevos modelos. Puedes probarte algunos.—una voz repentina la sacó de su ensimismamiento.

Se dio cuenta de que había entrado inconscientemente en una tienda de ropa de lujo, de pie junto a los estantes.

Valeria recordó que había venido a comprar ropa, y justo cuando estaba a punto de tomar un vestido de seda blanca, una mano apareció de la nada y se lo quitó.

La mujer no pareció darse cuenta de que había tomado algo que no era suyo, y lo presentó orgullosamente a la persona junto a ella.

—¡Rocío, mira esto! ¡Te quedaría perfecto!—dijo.

Valeria levantó la cabeza abruptamente y vio a varias mujeres eligiendo ropa.

Rocío Morales estaba en el centro, rodeada por dos mujeres, vestida con un vestido largo de Chanel, llevando un Hermès azul y exudando elegancia.

—Mmm, este no está mal... —murmuró Rocío, pero sintió una mirada intensa sobre ella y se giró, encontrando a Valeria a poca distancia, pálida y pareciendo desequilibrada.

Desde que Valeria fue liberada de la comisaría, había investigado al hombre en secreto, descubriendo que era un chofer.

No esperaba que el chofer tuviera tanta habilidad y dinero como para dejar que Valeria paseara por una tienda de lujo...

Pensando en la caída de Valeria, Rocío se sintió muy complacida y se acercó sonriendo, —Valeria, qué coincidencia encontrarte aquí.

Valeria miró fijamente a Rocío, con las uñas clavadas en la palma de la mano.

¡Ojalá pudiera matarla!

Pero ahora no tenía nada, y la noche anterior, ese hombre la había rechazado cruelmente. No tenía los medios para luchar contra Rocío.

Pensando en ello, Valeria Ramírez entristeció su mirada y se volteó para irse.

Pero Rocío Morales, al verla en ese estado lamentable, se interpuso una vez más.

—Valeria, sé que estás muy triste por la muerte de tu abuela. Aquí tienes quinientos mil en esta tarjeta, considerémoslo como ayuda entre compañeros de clase.—, dijo, metiendo una tarjeta en la mano de Valeria.

—¡Quédatelo para ti!—Valeria apartó su mano con fuerza.

—Valeria Ramírez.—, gruñó una de las amigas de Rocío, —La hermana Rocío te está dando dinero porque teme que no puedas comer. ¿Y tú le haces una cara así?

—Todo el mundo sabe que te vas con hombres salvajes a hoteles, ¿qué empresa te contrataría?

—Ay, no necesita ir a una empresa, con esa cara bonita, puede conseguir mucho dinero en la calle.

—¡Ja, ja, eres muy mala!

Rocío Morales, dejando que sus amigas ridiculizaran a Valeria, sonrió con satisfacción.

Había sido como un personaje secundario junto a Valeria, admirando cómo la gente la idolatraba, envidiando su familia, todo en ella...

Y ahora, ¡sus roles habían cambiado!

Rocío ofreció la tarjeta a Valeria de nuevo, diciendo con dulzura, —Valeria, no seas orgullosa, toma la tarjeta, creo que tus padres y tu abuela no querrían verte caer así desde el cielo...

Valeria había estado aguantando.

Pero al ver a Rocío tan arrogante y humillar a su familia, no pudo soportarlo más y agarró el cuello de Rocío, abofeteándola una y otra vez con fuerza.

Un golpe tras otro, especialmente fuertes.

Rocío de repente sintió un ardor en su rostro y trató de empujar a Valeria, pero Valeria la agarró y le golpeó aún más fuerte.

—¡Valeria, qué estás haciendo!—, las dos amigas querían ayudar a Rocío.

Una mirada fría de Valeria las detuvo, como si sus pies estuvieran clavados al suelo.

¡Qué mujer tan aterradora!

—Aunque no tenga nada, ¡mi apellido es Jun!—Valeria gritó mientras abofeteaba a Rocío. —¡Mientras viva, puedo revivir la Familia Ramírez, mientras que tú... ni todas las marcas del mundo pueden ocultar ese olor repugnante que trajiste del campo!

El alboroto en la tienda pronto atrajo la atención de los espectadores.

Y allí estaba Rocío, bajo la mirada de todos, abofeteada por Valeria hasta que sus mejillas estaban hinchadas y rojas, sin poder liberarse.

Después de cerca de tres minutos, Valeria finalmente detuvo su mano, mirando fríamente a Rocío, —Rocío, ahora eres tú quien debería temer. ¡Recuperaré la vida de mi abuela de ti tarde o temprano!

El odio en sus ojos hizo que Rocío temblara, sus ojos revelaron un toque de miedo.

¡Imposible!

La Familia Ramírez estaba perdida, ¿cómo podrían recuperarse?

Al pensar en esto, Rocío ya no temía, levantó su mano para devolver el golpe, pero una mano se interpuso, agarró su muñeca y la lanzó con fuerza.

—¡Ah!—Rocío cayó al suelo, gritando de dolor.

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