Capítulo Uno

Abrí mis ojos lentamente hasta obtener la vista completa del techo que estaba sobre mí, instantáneamente el dolor de cabeza se apoderó de mí y quise arrancármela.

Era insoportable.

Me incorporé en la cama y observé a mi alrededor, la pared estaba llena de posters de bandas de rock y había mucha ropa desparramada sobre la alfombra, esta no era mi habitación y no recordaba cómo había llegado hasta aquí. Me giré y a mi lado se encontraba un chico de cabello oscuro, con el torso desnudo y bien marcado, este dormía profundamente y su pecho subía y bajaba relajadamente.

Bombón.

Salí de la cama y sólo usaba mi ropa interior, la cual se componía de una tanga negra y un corpiño del mismo color. Mi cabeza no dejaba de palpitar por lo que fui rápidamente al baño del cuarto para tomar algo de agua y mojarme el rostro.

Me sentía perdida, no sabía dónde estaba y todo me parecía confuso. Lo último que recordaba era estar en el bar que se encuentra cerca de casa mientras bebía con mi mejor amiga Celeste, no sabía en qué momento me había ido con este chico.

Aunque no me quejo.

Al salir del baño divisé mi vestido rojo en la gran pila de ropa por lo que me vestí con cautela, tomé mi bolso de la mesita de noche y me fui de ahí intentando no hacer ruido para no despertar al chico, que probablemente no vería nunca más en mi vida.

Una vez en casa subí a mi habitación, mis padres aún dormían por lo que me lancé sobre mi cama y saqué el celular del bolso para revisarlo.

"sábado, 8:23 am." Lo desbloquee y tenía un mensaje de Celeste.

Celeste: Avísame si estás viva.

Me reí internamente y le respondí.

Amanda: "Hierba mala nunca muere"

A Celeste la conocí hace unos tres años en el bar que suelo ir cada noche, ella vive a unas cuadras de mi casa, pero nuestra amistad sólo se basa en salir de fiesta. No somos esas amigas que se cuentan todo y están todo el día juntas. Aun así, confío mucho en ella.

Nunca he sido alguien de muchas amistades ya que siempre he preferido mi propia compañía, aunque cuando iba a la escuela solía juntarme un chico llamado Kevin, pero desde que me gradué lo he visto solo un par de veces.

Después de responderle a mi amiga caigo en un sueño profundo sobre el cobertor y con el celular aún en mis manos.

(...)

-Por Dios Amanda, apestas a alcohol -escuché la voz de mi madre a lo lejos-

Abrí mis ojos y la vi de pie a la orilla de mi cama observándome con el ceño fruncido, le di una sonrisa inocente y ella rodó los ojos.

-Date un baño, ya es tarde -dijo seria y luego salió de mi habitación-

Tomé mi celular que ahora se encontraba sobre la alfombra y vi que ya eran las doce de la tarde, así que entré rápidamente a la ducha y cerré los ojos al momento de sentir el agua tibia caer sobre mi cuerpo, relajándome por completo.

Mis padres me tuvieron cuando aún eran adolescentes, y a pesar de eso, siguen igual de enamorados.

Que cursilería.

Al ser más jóvenes que el resto de los padres, son bastante liberales conmigo, con algunas excepciones, claro. Gracias a esto han logrado entenderme en algunos aspectos, como por ejemplo el que aún no quiero entrar a la universidad, ya que aún no sé qué quiero hacer con mi vida. Mientras tanto aprovecho este tiempo para trabajar y claramente salir a disfrutar de mi juventud mientras pueda. De todas formas, mis padres siempre se han encargado de inculcarme que debo cuidarme y saber diferenciar lo que está bien o mal.

No estoy segura de haber seguido sus consejos al pie de la letra.

Normalmente en la semana llegan tarde, ambos trabajan en un mismo edificio de un periódico bien famoso en mi ciudad, este se encuentra a una hora de nuestro hogar ya que vivimos en un pueblo algo alejado. Por lo que algunas tardes suelo invitar a Nick, un chico que conocí hace unos meses en una fiesta, pero nuestra relación solo se basa en sexo.

No estoy interesada en nada serio.

Después de bañarme me visto y me observo al espejo. Me gusta mi apariencia, siempre fui segura de mí misma. El jean negro que traigo resalta mi trasero redondo y mis piernas se encuentran bien firmes, también uso un croptop rojo que deja ver mi pequeña cintura y el piercing de mi ombligo. Mi cabello es castaño y con ondas en mis puntas que caen sobre mis hombros y mis ojos son de un lindo color azul.

Bajo las escaleras y saludo a mis padres que se encuentran almorzando, me siento junto a ellos y disfruto de la comida.

A la noche ya me encontraba alistándome para salir con Celeste otra noche más, hoy iríamos a un nuevo club y por ser la noche de estreno tendrían bar abierto, no debíamos dejar pasar esta oportunidad.

A mi atuendo sólo le añadí una chaqueta de cuero negra y cambié mis zapatillas por unos botines negros con algo de taco. Puse algo de maquillaje en mi rostro y desordené un poco mi cabello para darle algo más de rebeldía.

Me despedí de mis padres y salí cuando recibí el mensaje de Celeste avisándome que ya estaba afuera, la saludé y tomamos un taxi hasta el club. Una vez afuera ya se podían sentir las vibraciones de la música y el reflejo de las luces de colores salían por el techo iluminando el cielo. Como el club se estaba recién estrenando había un afila enorme para entrar.

De seguro todos vienen por el bar abierto.

Nos acercamos directamente a la entrada en donde se encontraba un guardia de estatura pequeña y gran barriga.

Hola guapo -usé un tono seductor mientras lo miraba directamente a los ojos y enroscaba un mechón de mi cabello-

El guardia me miro de pies a cabeza y me sonrío de manera pervertida, seguidamente hizo lo mismo con Celeste.

Iugh.

¿Qué se les ofrece muñecas? -sonrió de manera morbosa dejando ver sus dientes amarillos-

-Qué te parece si nos dejas entrar y a la salida te lo agradezco... ya sabes cómo – le guiñé un ojo y el trago fuertemente-

Claro que no lo haría.

-Por supuesto nena, adelante –dijo con entusiasmo y sin quitarnos la vista de encima-

-Gracias guapo – le besé rápidamente la mejilla y nos adentramos en el lugar-

De guapo no tenía nada.

El club estaba llenísimo y eso que aún quedaban demasiadas personas en la fila, por suerte el ambiente parecía ser bastante prometedor. Nos sacamos las chaquetas y nos dirigimos inmediatamente a la barra para beber unos tragos y poder divertirnos con confianza como siempre lo hacíamos. Pedimos ambas vodka con jugo y después de unos minutos comenzamos unas rondas con shots de tequila.

Con toda esta gente había que aprovechar antes de que el alcohol se acabara.

El alcohol comenzó a recorrer por mis venas y al parecer a mi amiga también. Nos levantamos y fuimos directo a la pista de baile donde comenzamos a bailar apegadas y de manera provocativa mientras reíamos cuando los chicos alrededor nos miraban babeando. Celeste es una chica atractiva, tiene el cabello rubio y bastante liso, sus ojos son de un color verde claro y su pequeña nariz estaba repleta de pecas.

Luego de unos minutos bailando Celeste me abandonó al irse con un chico más al fondo de la pista y a mí se me acercó uno que llevaba observándome bastante tiempo. Era bastante alto y tenía el cabello negro, se me hizo muy atractivo.

- ¿Puedo? -preguntó mientras me agarraba de la cintura y me acercaba a él-

-Ya lo hiciste -le sonreí divertida y comencé a bailarle lentamente-

Me encontraba ya bastante mareada por lo que podía moverme con destreza sin importar nada, el chico me apegó más a él dejándome sentir su gran bulto y me observó con sus ojos azules. Comencé a repartir besos por todo su cuello, pero él tomó mi rostro y juntó sus labios con los míos.

El beso era con fuerza y desesperado, sus manos comenzaron a bajar lentamente hacia mi trasero y lo agarró con descaro. Lo besé con más intensidad y después de unos segundos se separó de mi agitado.

-Vamos al baño -dijo con la voz ronca, y tomó de mi mano para llevarme sin esperar mi respuesta-

No le dije nada y sólo me dejé llevar por él. Al llegar este estaba vacío y me apegó a la pared para seguir besándome con el mismo descontrol, como me encontraba aún bastante mareada me costaba un poco mantenerme firme y él notó eso, por lo que se separó de mí y sacó de su bolsillo una bolsita transparente que contenía un polvo blanco.

Lo miré perpleja, puede que yo siempre esté en busca de diversión, pero nunca me ha llamado la atención probar la cocaína, solo en algunas ocasiones he fumado marihuana y ya estaría.

El chico me miraba divertido por mi expresión y me pasó la bolsita.

-Vamos, aspírala -dijo sin quitarme los ojos de encima-

-¿Estás loco? No -solté molesta y se la devolví mientras me daba la vuelta para salir de ahí-

-Hey, tú no vas a ningún lado -me tomó de la cintura y al ser más fuerte que yo me atrajo hacia él-

-¡Suéltame imbécil}! -jadee mientras intentaba escapar de su agarre-

Él me tiro fuertemente hacia la pared provocando que me golpeara en la cabeza, comencé a sobarme del dolor y el aprovechó de sacar un poco de polvo con sus dedos y acercarlo a mi nariz, rápidamente reaccioné y levante mi pierna golpeándolo en su entrepierna y haciendo que pegara un grito y se estremeciera. El polvo cayó al suelo y quedo todo esparcido, aproveché la situación y salí corriendo del baño. Comencé a buscar con la mirada a Celeste, pero no la vi por ningún lado, así que salí por la puerta del club y así no encontrarme a ese imbécil nuevamente.

Recordé que le había prometido al guardia un poco de diversión, por supuesto no se la daría, pero por mi suerte estaba ocupado separando a unos tipos que se estaban peleando y así no me podía ver.

Me fui por la dirección contraria y unos pasos más adelante me puse mi chaqueta, el viento corría fuerte y desordenaba mi cabello, saqué un cigarrillo de mi bolsillo y lo encendí mientras caminaba sin rumbo alguno. Miré la hora en mi celular y era más de medianoche. Después de unas cuadras me topé una cafetería que por suerte se encontraba abierta, rápidamente entré y me senté en una mesa redonda, él lugar estaba cálido, lo cual agradecía ya que afuera estaba helando.

Me fijé en las mesas y no había nadie cerca, a excepción de un chico que estaba a metros de mí y que llamó mi atención. Tenía el cabello rubio y peinado hacia arriba con algunas ondas desordenadas, sus labios eran rosados y estaban hinchados. Su vista estaba centrada en un libro, así que no podía ver el color de sus ojos, sobre su mesa tenía servido un café y una rosquilla.

Un mesero se acercó desviando mi atención de él.

-Buenas noches, ¿Qué desea ordenar? -preguntó mientras me entregaba un menú-

-Sólo quiero un café, por favor -dije algo distraída-

-Enseguida se lo traigo -sonrió amablemente y se marchó-

Aún tenía algo de alcohol en mi cuerpo, pero para mi suerte no alcanzó a entrar nada de ese polvo en mi sistema.

Volví a mirar al chico y este ahora tenía sus ojos puestos en mí, de lejos podía divisar unos hermosos ojos color miel. Nos quedamos observando un par de segundos y al darme cuenta de eso desvíe rápidamente la mirada. Sentí una extraña sensación en el estómago, pero sólo debía ser hambre, hace horas que no comía.

El mismo mesero de antes me trajo mi café y lo bebí lentamente mientras seguía mirando al chico discretamente, este había vuelto su mirada nuevamente a su libro y se veía tan concentrado, que algo de él llamaba mi atención.

Probablemente mis ganas de querer acostarme con alguien.

Rápidamente y sin pensar me levanté de mi silla y me senté junto a él.

Sentía la necesidad de conocerlo un poco más.

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