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XXVII. No estás sola.

Narra Ana

Despierto por la luz que da directamente a mi rostro abro los ojos con expresión de molestia por la luz, cubro mi frente con mi mano derecha, cuando observo que una manguera está conectada a mi mano, abro los ojos con sorpresa y poco a poco me siento en la cama para observar lo que me rodea.

Mi cabeza se siente con un dolor punzante en la zona frontal, siento un leve mareo mientras observo la habitación, de paredes blancas y suelo gris, estoy en una cama de hospital, a mi lado derecho hay un mueble y del lado izquierdo una pequeña mesa con medicina, quito de mi cuerpo la sábana blanca y observo que traigo puesta una bata de hospital, mi cuerpo se ve esquelético, mi piel seca y delgada.

Hago el intento de levantarme de la cama cuando una enfermera entra a la habitación.

- qué bueno que has despertado, mi nombre es Graciela soy la enfermera de turno, avisaré al médico de guardia

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