Zaideth: mi hombre
Fue un cumpleaños agridulce. Reí. Lloré. Grité. Golpee.
La pelea entre Mateo y Carl comenzó a anunciarse a eso de las diez y media de la noche, cuando mi madre informó que se iría temprano, porque al día siguiente tenía cosas que hacer.
Mi papá no quería irse, porque todos los hombres estaban muy borrachos y se encontraban en su mejor momento. Mi madre tuvo que llevárselo casi a rastras y le dio uno que otro grito para que caminara.
Vi a mi papá irse como un perro con el rabo entre las patas, como cuando el amo lo regaña.
Mateo se me acercó un momento y me dijo que él también quería irse. Hablaba un poco con las palabras arrastradas y olía a alcohol.
—Amor, no nos podemos quedar aquí —me dijo, mientras me rodeaba el cuello con sus brazos—. No me siento nada cóm
Puse los ojos en blanco y volteé a ver a Mateo, que se enderezaba en su puesto y revolvía su cabello con una mano.—No, parce, aleje eso de mí, —aleteó una mano—. Nosotros ahorita nos tenemos que ir.—¡No!, ¡Mateo, yo pensaba que tú aguantabas! —se burló Pablo—. Tú no aguantas es ná… —siguió repartiendo a los demás.A Mateo se le notó que no le importó el comentario de Pablo, al contrario, se acomodó en su silla y se relajó.Me di cuenta que me gustaba el Mateo ebrio: era muy tranquilo (aunque siempre lo era), pero se mostraba muy relajado y cariñoso. No era de esos problemáticos que se les suelta la lengua.Le comencé a acariciar con una mano su cabello liso y él soltó una sonrisita de satisfacción (sabía que le encantaba que lo hiciera).
Zaideth: secretosDebía ser media noche cuando pasó.Yo estaba pasando mi mejor momento con Mateo. Bailábamos y nos besábamos: era como si solo nos encontrábamos los dos en aquella casa.Los demás también bailaban, a excepción de Walter, que parecía bastante borracho para ese momento.Yo estaba muy segura de que esa noche sería bastante buena. No pude estar más equivocada.Cuando se acabó una canción, la mayoría nos sentamos. Solo se quedó Valentina y Denisse bailando una salsa (se habían pasado toda la noche bailando juntas).Le ofrecí una cerveza fría a Mateo para que se refrescara. Estaba de mucho mejor humor (lo común después de haber teniendo un buen polvo) y parecía que ya se sentía muy cómodo con la fiesta.Pero, cuando pasaron varios minutos, Walter soltó la len
—¡Te dije que no quería volver a verte! —gritó Mateo.Todos quedamos confundidos por lo que empezaba, parecía que retomaban una discusión antigua.—¡Pero, Mateo, no puedes creerle todo lo que este imbécil dice, eso es lo que quiere que pase! —protestó Carl—. Te lo he dicho mil veces, ¿por qué no me crees? Entre Zaideth y yo nunca ha pasado o pasará algo.—¡Deja de verme la cara de imbécil! —Mateo se abalanzó y lo tomó de la camisa—. ¡No soy idiota yo sé que sí pasó! —lo empujó y Carl cayó de espaldas al piso. Mateo se subió encima de él y lo zarandeaba con fuerza—. ¡Yo sé que sí se acostaron, deja de creer que soy un idiota!—¡Pero tú no eras nada de ella!, ¡Mateo, nosotros no engañamos a na
Mateo: pedir perdónJose y Walter se fueron.Carl también tomó sus cosas y se marchó a su apartamento.Denisse, Clara y Eva fueron a hablar con Zaideth.Valentina me veía de lejos, impresionada por todo lo que había presenciado.Y yo me preguntaba si se había acabado mi relación.Sentía el ardor en mis nudillos: estaban llenos de sangre....Al día siguiente Zaideth estuvo muy silenciosa. No parecía estar enojada conmigo, pero también se la veía diferente.Desde ese día, me pareció ver que nuestra relación cambió. Era como si… ella ya no me viera de la misma forma.Zaideth no volvió a hablar con Carl por meses. De hecho, nunca tocó el tema de la fiesta conmigo y creo que tampoco con otras personas.Pudimos terminar nuestro libro y lo envié a la ed
Me desilusionó mucho el que no me dejara llegar al evento; quería compartir con ella el fruto de su esfuerzo.Y al ver mi tristeza, accedió a hacer un pequeño evento previo a su lanzamiento, con los más cercanos, para que yo pudiera estar: me pareció una idea patética.Después de su dichoso evento llegamos a tener una pequeña discusión donde le dije que debíamos ser más unidos.Ella me contestó que no quería que su nombre de escritora se viera manchado por el mío y, bla, bla, bla, que su reputación como escritora, que la gente diría que ella se iba a volver famosa por mi nombre y bla, bla, bla.Al final, aunque sí se llegó a decir que ella era mi pareja y que estaba publicando su libro. No me mencionaron mucho en las reseñas que se hacían acerca de su libro. Ya que, para ese momento, el tema de nuestra relaci&o
Zaideth: el amor y otras decepciones másHay algo que por mucho tiempo negué por vergüenza. Sin embargo, me dije que no volvía a sucederme.El mes en que me separé de Walter, estábamos pensando en separarnos desde semanas atrás: nuestra relación ya no daba para más, discutíamos demasiado.Walter me celaba demasiado con Mateo, ya no dejaba que yo hablara con él, por lo cual habíamos tomado mucha distancia. Sin embargo, Walter no sabía que yo era amiga de Carl y justamente en esos días se había enterado, por lo cual también empezó a celarme con él.Un día, Walter me siguió, cuando yo le había dicho que me iba a ver con unos de mis amigos, pero no le conté con quién.Era demasiado tóxica nuestra relación para ese punto.Yo me iba a ver con Carl para que me ayudara a planear
Zaideth:Esta etapa de mi vida la puedo reducir a la palabra: decisiones.Carl volvió a hablar con Mateo.Llegaron a la casa conversando, no como si fueran amigos de toda la vida, pero sí como personas que vuelven a verse después de años. Se notaba que habían perdido toda la confianza que una vez se tuvieron, sin embargo, lograba ver que había una sensación de melancolía entre los dos.Nos sentamos en el patio. Me vi obligada a saludar a Carl y estar un corto tiempo. Después, tomé la excusa de ofrecerles algo para comer, así que me escabullí hasta la cocina y me quedé hablando con la señora Blanca (la empleada de servicio), la ayudé a preparar un jugo de maracuyá y unos sánduches.Me sentía con los sentimientos revueltos.En todo ese tiempo recordé a Carl con nostalgia, preguntándo
Mi corazón dio un vuelco.—Eh… que está bien, que hacemos bonita pareja —respondí. Sentí las puntas de mis dedos enfriarse.—¿Eso crees? —volteó a mirarme.—Sí… ¿por qué?, ¿tú no?—¿Entonces crees que todo entre los dos está bien?—Pues sí, ¿por qué no lo estaría? Mateo, tú y yo no discutimos, estamos bien. Estamos pensando en casarnos y tener hijos. Llevamos tres años y medio de una muy bonita relación.—¿Ca-casarnos? —Mateo respingó las cejas. El tono que usó fue de ironía.Sentí un bajonazo comenzar de mi pecho hasta mi estómago.—¿A qué punto quieres llegar, Mateo? —pregunté.—Zaideth, yo siento que nuestra relación muri&oacut