La tensión se intensificó cuando entramos en la guarida del enemigo. Un escalofrío recorrió mi espalda, mientras una sensación de inquietud se apoderaba del ambiente. El aire se sentía electrizado y una atmósfera espesa flotaba a nuestro alrededor.

De repente las luces parpadearon y se apagaron, sumergiéndonos en una oscuridad total. El silencio fue roto por un murmullo sutil, un susurro escalofriante que parecía resonar en todos los rincones. Una presencia invisible parecía flotar, observando cada movimiento, cada respiración.

Me estremecí e instintivamente busqué la mano de Alexander para sentirme segura. "¿Qué está pasando?" susurré, mi voz llena de aprensión. "Esto no parece normal. ¿Estamos siendo vigilados?"

Alexander mantuvo la calma, pero su expresión era de preocupación. "Definitivamente algo anda mal aquí. Tenemos que seguir avanzando con precaución, pero estar preparados para cualquier cosa. No podemos dejar que el miedo nos paralice".

Intercambié miradas confusas con nuest