La luna colgaba baja en el cielo y su pálida luz proyectaba sombras alargadas sobre el territorio de la manada. Florida estaba al borde del bosque, con la mirada fija en el horizonte lejano. Las recientes celebraciones habían sido un éxito rotundo, un testimonio de la unidad y la fuerza que ahora definían a su manada. Pero incluso en medio del triunfo, Florida sabía que su viaje estaba lejos de terminar. El reciente descubrimiento de las marcas había añadido una nueva capa de intriga a sus vidas. Florida había pasado incontables horas investigando los símbolos antiguos, intentando descifrar su significado. Estaba claro que estas marcas eran más que una simple coincidencia: eran un mensaje, una señal de algo más grande que estaba en juego. Los pensamientos de Florida fueron interrumpidos por el suave susurro de las hojas detrás de ella. Se giró y encontró a Manuel acercándose, su expresión era una mezcla de preocupación y determinación. "Has estado aquí por un tiempo", comentó con vo
Florida caminaba de un lado a otro en su habitación, sus pensamientos consumidos por el reciente giro de los acontecimientos. Finalmente había encontrado la felicidad con Manuel y su amor se había convertido en algo hermoso. Sin embargo, una persistente sensación de inquietud persistía en el fondo de su mente.Mientras tanto, en una cámara con poca luz en las afueras del territorio de la manada, dos figuras se apiñaban, con sus rostros ocultos en las sombras.Miguel, el amigo de Florida, apretó los puños con ira. "No puedo creer que ella esté con él ahora, Sandra. Me enferma".Sandra, la amiga de Manuel, se burló. "Ella siempre se las arregla para arruinarnos todo. Primero, se roba la atención de nuestros padres y ahora se roba el corazón del Alfa".Los ojos de Miguel brillaron con un brillo siniestro. "No podemos dejar que sean felices, Sandra. Necesitamos asegurarnos de que sus vidas sean tan miserables como las nuestras".Los labios de Sandra se curvaron en una sonrisa maliciosa. "
La luna colgaba baja en el horizonte, arrojando un brillo plateado sobre el territorio de la manada. El corazón de Florida se sintió pesado mientras observaba la forma sin vida de su precioso niño Ricky. Los ojos del niño, antes vibrantes, estaban cerrados y su piel estaba fría al tacto.Manuel estaba a su lado, su expresión era una mezcla de tristeza e ira. "Florida, lo siento mucho..."La voz de Florida tembló mientras miraba el pequeño rostro que había llegado a amar tan profundamente. "No es justo, Manuel. Él era sólo un niño inocente".La mano de Manuel se posó suavemente sobre su hombro, ofreciéndole el poco consuelo que podía. "Lo sé. Saldremos de esto juntos".A medida que se acercaba el amanecer, el dolor de Florida se vio ensombrecido por un ardiente deseo de justicia. No podía evitar la sensación de que esta tragedia estaba relacionada con la maldición que había plagado sus vidas. Y sabía exactamente quién era el responsable.Más tarde esa mañana, cuando los primeros rayos
La luna colgaba baja en el cielo, proyectando un suave resplandor sobre el claro. Me quedé allí sentada, perdida en mis pensamientos, sintiendo el peso de mis responsabilidades como líder de la manada. El viento susurraba entre los árboles y agradecí la soledad que traía, aunque sólo fuera por un momento. "Hola Florida", una voz interrumpió mi ensueño. Levanté la vista y vi a Luna Paty, una joven licántropa de la manada vecina, acercándose con una sonrisa amistosa. Le devolví una sonrisa, aunque no pude evitar sentirme un poco molesta. Luna había pasado bastante tiempo con Manuel últimamente, buscándole consejo y orientación. Y la verdad es que me molestó más de lo que quería admitir. "Hola, Luna", respondí, tratando de mantener mi tono neutral. Se sentó a mi lado y sus ojos reflejaban una curiosidad genuina. "Sabes, Manuel habla muy bien de ti. Dice que eres una líder increíble". Asentí, sin estar muy segura de cómo responder. Manuel y yo nos habíamos hecho más cercanos durante l
Mientras Florida profundizaba en las profundidades de su nuevo poder, una oleada de confianza corrió por sus venas. Las revelaciones sobre su verdadero linaje habían encendido un fuego dentro de ella, uno que ardía con una feroz determinación de reclamar lo que era suyo por derecho. Se había despojado de la identidad de hija rechazada y maltratada, asumiendo el legado de sus verdaderos padres con aire de autoridad."Manuel", la voz de Florida tenía un tono decidido mientras hablaba con su nuevo aliado, "He aprendido quién soy realmente y no dejaré que nadie se interponga en mi camino para reclamar lo que me pertenece".Manuel, cuyos ojos reflejaban una mezcla de admiración y preocupación, se encontró con su mirada. "Florida, tienes el poder y el espíritu, pero recuerda, la venganza puede consumirte. Debemos andar con cuidado".Florida asintió, sus dedos se cerraron en puños al recordar el dolor que le infligió el hombre al que una vez había considerado su padre. "No dejaré que la veng
La luna colgaba baja en el cielo nocturno, proyectando un suave resplandor plateado sobre el claro apartado. En medio del susurro de las hojas y los suaves susurros del viento, Manuel y Florida se encontraron envueltos en un tierno abrazo. Sus dedos entrelazados, sus corazones latiendo a un ritmo sincronizado."Nunca pensé que podría encontrar consuelo como este", murmuró Florida, su voz tenía una mezcla de vulnerabilidad y anhelo.La mirada de Manuel, cálida y firme, se encontró con la de ella. "Has pasado por mucho, Florida. Te mereces todo el consuelo y la felicidad del mundo".Los ojos de Florida brillaron con lágrimas no derramadas mientras se inclinaba, sus labios encontraron los de Manuel en un beso que decía mucho de sus emociones compartidas. Fue un beso que contenía no sólo pasión sino también una promesa: una promesa de sanar las heridas del otro y construir un futuro juntos.Cuando sus labios se separaron, Manuel tomó suavemente el rostro de Florida y su pulgar secó una lá
Las consecuencias de esa fatídica noche dejaron una nube persistente sobre la manada, una nube que parecía oscurecer incluso los momentos más brillantes. El corazón de Florida soportó el peso de la traición de Manuel, una herida que se negaba a sanar. Pero a medida que los días se convirtieron en semanas, una nueva sensación de inquietud se instaló dentro de la manada.El comportamiento de Manuel había cambiado, su una vez firme presencia ahora marcada por momentos de distracción y distancia. Florida no podía evitar la sensación de que algo andaba mal, que había un hilo invisible tirando de él, alejándolo de ella y llevándolo a los brazos de otra persona.Sus encuentros con Paty se hicieron más frecuentes, y cada vez, Florida sentía un dolor punzante en lo más profundo de su pecho. Era como si Manuel se le estuviera escapando de los dedos y su mirada ya no tuviera la misma calidez y devoción.Una tarde, la inquietud de Florida la llevó al corazón del bosque. La luna colgaba baja en el
Las noches de Miguel se habían vuelto inquietas, atormentadas por un dolor inexplicable que le retorcía las entrañas. Era una sensación que no podía deshacerse, una que pareció manifestarse de la nada, dejándolo incómodo y desorientado.Estaba sentado solo en su habitación, la pálida luz de la luna filtrándose a través de la ventana. Las palabras de Florida resonaron en su mente, un inquietante recordatorio de un pasado que había tratado de enterrar. Ella había hablado de maldiciones y consecuencias, y ahora él no podía ignorar la sensación de que sus palabras contenían más verdad de lo que había creído inicialmente.La desesperación se mezcló con el miedo cuando Miguel se encontró susurrando una súplica a la Diosa de la Luna, una deidad venerada por su sabiduría y guía. Pidió claridad, alivio del tormento que parecía devorarlo.En el silencio de la noche, llegó una respuesta, un suave susurro en la brisa que parecía transportar la esencia misma de la Diosa de la Luna. En su mente se