Clara aprendió atentamente los pasos para cambiar el vendaje de la herida, hasta que solo quedaron dos personas en la habitación.

Entonces Clara explotó: —¿Esposa?

—No la llames así, si no, ella no va a irse.

Clara respondió fríamente: —El jefe López tiene muchos romances de pacotilla.

Mientras decía esto, levantó las sábanas y dejó al descubierto la espalda cubierta de vendajes.

Diego explicó: —Clari, ella solo me ha cambiado el vendaje una vez, y solo fue en el brazo, nada más.

—Ya estamos divorciados, no me importa ni quiero involucrarme en lo que ella quiera hacerte. —Clara respondió mientras cortaba los vendajes.

Sus acciones eran delicadas al hablar, tenía miedo de tocar la herida.

—Clari, desde el principio hasta el final, solo tú has tocado mi cuerpo, no ha habido ninguna otra mujer. —Diego suspiró suavemente.

Clara tenía la intención de hacer un comentario sarcástico, pero la herida debajo del vendaje se reveló sin previo aviso.

Anoche ella había sospechado que sería grave, pe