Capítulo 831
Ese hombre tan fuerte parecía ahora tan sumiso como un perrito, y Clara temblaba ligeramente. La diferencia en su fuerza era abrumadora.

En esta situación, ella sabía que no podía enfurecer demasiado al hombre. Si lo hacía, su posesividad aumentaría y luego sería fuera de control.

Clara respiró profundamente y, aprovechando el poco juicio que le quedaba, comenzó a razonar con él: —Darío, puedo ayudarte con otras cosas, pero esto es algo que no puedo hacer.

—¿No puedes hacerlo? ¿Acaso todavía piensas en esa persona? —Diego también estaba al borde de perder la cabeza.

Se contuvo el deseo sexual y quería aprovechar esta oportunidad para comprender los pensamientos más profundos de Clara.

Ella se negaba a hacer algo de intimidad con otros, ¿todavía estaba enamorada de él?

Clara frunció el ceño. —No, ya me he divorciado de él. Tengo libertad para casarme con quien quiera, no tiene nada que ver con él.

Un destello de decepción cruzó los ojos de Diego. —Por eso, ¿por qué no puedo hacerlo cont
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