Capítulo 336
La realidad demostró que la condición física del campeón de la carrera de la escuela era insignificante frente a los soldados.

A menos de cincuenta metros de distancia, Clara fue sometida por alguien y la presionaron contra el suelo, con el rostro pegado a la ardiente arena.

—No le hagan daño —interrumpió Manuel apresuradamente—, ella es una invitada.

Clara fue levantada, con la mejilla derecha marcada por la arena. Escupió un poco y dijo: —Pah, ¿es así como tratan a los invitados?

Manuel sacó un pañuelo y limpió personalmente su mejilla, —Perdón, Clara.

Clara fue llevada de esta manera al helicóptero.

Manuel se encontró con sus ojos llenos de resentimiento y esbozó una sonrisa forzada.

—Clara, eres la única hija de Camilita, y sinceramente quiero cuidarte bien, pero lo que ha sucedido hoy no fue mi elección. Espero que puedas entender.

—No puedo entenderlo, ni quiero.

Clara miró el paisaje fuera de la ventana; la hermosa isla se alejaba cada vez más, y todo parecía un sueño que había
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