Capítulo 322
Como Diego sospechó, Manuel finalmente había venido a buscarla.

Al principio, cuando su vida pendía de un hilo y entre las muchas voces de la familia Blanco que sugerían que Yolanda se salvara a costa de su vida, Manuel fue el único que no tomó una decisión.

Clara no colgó el teléfono, manteniendo una distancia educada: —Soy yo.

—¡Realmente sigues viva!

La voz de Manuel sonaba emocionada al instante, afortunadamente, le habían enviado el reloj de oso que le permitió saber que seguía viva.

Al principio, Manuel solo estaba marcando su número por curiosidad, pero inesperadamente, la llamada se conectó.

—Tío Blanco, el hecho de que esté viva no significa que deba donar médula a tu esposa.

Ni bien pudo hablar, Clara rechazó claramente su solicitud.

—Clara, quiero hablar contigo.

—Me temo que eso no es posible.

Clara yacía holgazanamente en una tumbona, sosteniendo un coco en su regazo. El viento marino que venía hacia ella era reconfortante, como una caricia cálida en su rostro.

Incluso el
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